Paolo Menghini: «Elijo hacerlo así, de frente y en primera persona»

19/11/2025

Es papá de Lucas, uno de los 52 muertos de la masacre de Once, ocurrida el 22 de febrero de 2012 en esa estación ferroviaria porteña. Esta nota reproduce una carta pública en la que acusa de traidor a Daniel Catalano, secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina, que justificó a Julio de Vido, exministro preso.

«Soy Paolo Menghini, orgulloso padre de Lara, abuelo de Paz, de Charo y de Enzo. Y padre de Lucas, muerto a manos de la corrupción kirchnerista en la masacre ocurrida el 22 de febrero de 2012 en Once. Soy esposo de Caro e hijo de Mercedes y Atilio. Y así podría seguir la lista, agregando a mis hermanos, familiares, amigos, compañeros y tanta otra gente que ha hecho que mi vida sea cada día mejor. Para mi todos esos no son solo lazos de sangre y de amor. Son premios enormes e irrepetibles que me ha dado la vida. Y trato de enaltecerlos con toda la responsabilidad que eso conlleva.»

«Pertenezco, con orgullo, al campo popular por formación, por ideología y por convicción. Me formé en la escuela y universidad públicas y hace 31 años las puertas de la Televisión Pública me ven entrar, para defenderla con mi trabajo y con mi compromiso sindical a través de la Utpba primero y del Sipreba después. En ese lugar contribuyo para mantener y mejorar las condiciones laborales y el respeto al Convenio de Prensa 124/75. Cuento todo esto porque a veces soy solo ‘el papá de Lucas’. Y obviamente esa definición me llena el corazón. Pero no soy solo eso. Soy mucho más que eso.»

Daniel Catalano, secretario general de la CTA.

«Lo digo para tratar de definirme así: un tipo normal al que un grupo de delincuentes corruptos le destrozaron una parte irremplazable de la vida. Y aún así sigo de pie. Soy una persona al que su núcleo cercano ha sostenido, y son quienes me han permitido estar fuerte, de pie y sobre todo vivo. Pero hay cosas que me lastiman, y vamos, me lastiman mucho. Me rebelan, me hastían y me hacen leer y escribir cosas que creí que nunca iba a tener que leer ni escribir, ni responder. El desalmado, mentiroso e impresentable comunicado de la CTA de los trabajadores en defensa de Julio de Vido es una de ellas.»

«En nombre de su secretario general, Daniel Catalano, y por tanto representando a todo su consejo directivo y a los sindicatos que la componen, ha redactado y firmado un texto plagado de falsedades en una encendida defensa de uno de los funcionarios condenados por la tragedia que se llevó la vida de 52 personas. No creí vivir para leer semejante deslealtad con los muertos y heridos de Once: la de un líder de los trabajadores. Porque eso son las líneas que componen el mensaje de Catalano. Una enorme y vergonzosa traición al pueblo laburante en aras de defender a un preso condenado en base a una enorme cantidad de pruebas en un proceso penal absolutamente transparente.»

Comunicado difundido el 16 de noviembre por la CTA.

«La mayoría de las víctimas eran estudiantes, trabajadores y trabajadoras. Muchos en condiciones de pauperización laboral. Murieron casi al mismo tiempo, sin importar como pensaban ni como votaban, víctimas del mismo entramado asesino, en un tren carcomido por el abandono estatal y empresarial. Creía que los heridos y fallecidos eran de la gente a la que el líder de la central sindical defendía. Gente del pueblo, gente que le puso el cuerpo a la Patria todos los días hasta su muerte. De verdad creía que el representante era uno de los que mantenía sus valores, aun teniendo yo muchas diferencias con su accionar gremial.»

«Hasta ayer, cuando en favor de un sentenciado por administrar fraudulentamente bienes del Estado, Catalano decidió olvidarlos. No hay mayor ingratitud que esa. El olvido. Nada peor que eso. La ideología partidaria por encima del humanismo y del respeto a muertas y muertos inocentes. Porque ellas y ellos son los únicos inocentes en toda esta triste historia. No lo es aquel que desde su puesto de Ministro de Infraestructura dejo que se generasen las condiciones para la masacre, incumpliendo la primera premisa de un funcionario público: cuidar a quienes caminamos las calles.»

Lucas Menghini Rey tenía 20 años al morir en Once.

«En este punto, De Vido y Catalano son lo mismo. Y está demostrado. Dejan de lado a quiénes deben cuidar, los corren de un empujón, hacen como que no existen. Sucede que sí existen. Sí viven. Están en los millones que no los olvidamos. No en Catalano. Están en quienes combatimos a los corruptos. No en Catalano. Están en los que nunca dejamos de lado el lugar de donde venimos, nuestra clase, nuestra pertenencia. No como Catalano. Palpitan adentro nuestro, nos guían para seguir y por sobre todo nunca los traicionamos. Estamos en las antípodas de Catalano, defensor de un corrupto criminal de escritorio como De Vido.»

«Podría haber escrito esto a través del grupo de familiares de muertos y heridos del que formo parte sin otra firma que la de ese colectivo. Elijo hacerlo así, de frente y en primera persona, aun cuando sé que mi familia de lucha suscribe cada letra. Soy el único responsable de este texto y me responsabilizo por todo lo que pueda venir. Porque yo soy leal a mi crianza, a mis valores, a lo que me constituye. Yo no miento, no olvido, no me doblo, no negocio, no me ensució, no protejo delincuentes condenados, soy fiel a mis ideas y mis raíces, a mis amores y a mis dolores.»

Julio de Vido, exministro preso por administración fraudulenta.

«Soy lo opuesto a Catalano y a De Vido. No me creo con la suficiente representación para escribir algo y esconderme atrás de un logo. Soy bien diferente a Catalano. Cada quién escribe su historia, cada minuto de cada día. Somos nuestras acciones. Somos aquella valentía que tenemos y también los miedos con los que peleamos. En este punto trece años y ocho meses de lucha certifican mi lugar. Es el mismo camino que me marcaron mis viejos de chiquito y que inculqué a Lucas y a Lara.»

«No olvido mi clase, no olvido a quienes represento, no olvido que lo que haga hoy e hice antes son la herencia más valiosa que voy a dejarles a mi hija y esas tres bellezas que me dicen abuelo, y que caminan sobre las huellas que dejo. Yo no sé cómo duerme Catalano. Allá él y su conciencia. Tampoco me importa. Yo duermo en paz. Sé que soy bien distinto a él: no soy un traidor a mi clase ni a mi historia. Paolo Menghini.»