Nora y Eduardo Iglesias: «Esperamos novedades de la Corte Interamericana»

24/11/2024

Suman casi tres décadas mendigando verdad y justicia. Marcela Brenda, su única hija, tenía seis años cuando el 5 de febrero de 1996 murió aplastada por una escultura colocada de forma ilegal en los Bosques de Palermo de la ciudad de Buenos Aires. Hoy el sitio de la tragedia lleva el nombre de la víctima, como recuerdan la placa y el cartel recientemente inaugurados.

«En el terreno judicial tenemos que esperar una resolución de la Corte Interamericana de Costa Rica; está en pleno trámite; nosotros hemos cumplido una serie de requisitos; falta la respuesta del Estado Argentino; no creo que haya novedades hasta el año próximo; no quiero arriesgar una fecha; posiblemente, si hay una buena noticia tendremos que viajar con nuestros abogados; con el costo del traslado; los abogados nos tienen que pasar un presupuesto; para hacer justicia en la parte penal; esto pertenece al ámbito del corazón y lo sentimental; quiero aprovechar la ocasión para dar a conocer la novedad».

Eduardo Rubén Iglesias habla claro, pausado y sereno mientras siente los rayos del sol del mediodía que se cuelan entre el follaje. Está de pie junto a su esposa Nora Ester Ribaudo, compañera de la vida y de la lucha. El matrimonio suma casi tres décadas mendigando verdad y justicia. Marcela Brenda, su única hija, tenía seis años cuando el 5 de febrero de 1996 murió aplastada por una escultura colocada de forma ilegal en un área de tránsito peatonal de los Bosques de Palermo. El Máximo Tribunal de la República, contra la prueba y el sentido común, declaró el caso «insustancial y carente de trascendencia».

«Agradezco a todos infinitamente», se emociona ella; «a las Madres del Dolor, de las cuales formo parte», agrega mientras luce dos prendedores sobre el corazón, uno de la entidad civil y otro de la niña; su esposo tiene uno igual a este; «personas que nos acompañan y dan fuerza; vamos Nora; son hermosas personas en cuerpo y alma; dejan todo, incluso el sufrimiento, para llevar apoyo a los demás; es un compromiso que asumieron y yo un poco también, de dar una mano a quienes pasan por lo mismo, muertes evitables; no sé cómo abrazarlos a todos y decirles que estoy agradecida de todo lo que hicieron».

Es 14 de noviembre. Los padres de la víctima lideran una ceremonia concurrida por varias decenas de asistentes. Con intervalos de algunos minutos retumba el fragor del Ferrocarril General San Martín, que pasa a escasa distancia, a seis metros de altura. «Reinauguración del Paseo Marcela Iglesias», reza el aviso difundido en las redes sociales de internet. «En conmemoración de su memoria y su legado en el espacio público. Av. Infanta Isabel 110, Palermo. Organizan: Ministerio de Justicia del GCBA, Comuna 14, Madres del Dolor. Buenos Aires Ciudad. Vamos por más», cierra el eslógan oficial.

«Todo completo, hasta con flores», elogia Nora el protocolo; «la placa quedó hermosa, en esa forma supongo que va a durar», destaca el diseño del flamante monumento. «Además tiene luz, por lo que se va a ver de noche», acota Martín Cantera, presidente de la Comuna 14. «Marcela Iglesias. 9 de marzo de 1997», se lee en la superficie de mármol blanco colocada donde estaba el original de bronce, que fue robado. «Amigos del Lago de Palermo», establece la firma. A centímetros se yergue el jacarandá repleto de flores violáceas plantado en el primer aniversario de la iniquidad por la asociación civil defensora del parque.

«El arquitecto Osvaldo Guerrica Echevarría junto con los Amigos del Lago tuvo la idea de promover la ley 2.366 para hacer el Paseo de Marcela; se votó por unanimidad en la Legislatura porteña», señala Eduardo al presidente de la entidad ciudadana. «También es un homenaje para familiares fallecidos por enfermedad», agrega sobre la motivación del evento; «como mis cuñadas, la mayor y otra; una tercera se encuentra de viaje con mi concuñado; además quiero nombrar a mi primo Hernán y los primos de Marcela; nuestra hija era la menor de ocho; ella hubiera cumplido 35 años el 19 de octubre».

«Marcela hoy tendría 35 años, pero para nosotros quedó eternamente niña», cuenta la mamá; «pasan los años, van cambiando los almanaques; pero nosotros no podemos imaginarla grande», reconoce. «Es como si el tiempo se hubiera detenido», acota el marido. «La recordamos siempre», continúa Nora; «a veces vamos a un lugar en el que estuvimos con ella o escuchamos a los compañeros [del jardín de infantes]; cada vez que había pelea ella llevaba armonía; le gustaba la naturaleza, especialmente los animales; en esa época había pingüinos empetrolados; era un drama para ella; quería estudiar veterinaria».

«Paseo Marcela B. Iglesias», titula el cartel presentado, igual que la placa, en la ceremonia; contiene una foto de Marcela en una hamaca. «En conmemoración de Marcela Brenda Iglesias», relata la chapa sobre cuatro patas y levemente inclinada. «Tu mirada nos marca el camino hacia adelante, para no bajar los brazos. Tu sonrisa nos sostiene emocionalmente y tus manos aferradas a las cadenas del columpio nos dan fuerza y firmeza en la lucha por la justicia y la defensa de la vida. Tu imagen y recuerdo nos transmiten todo eso y mucho más. Nuestra niña ángel. Recuerdo de tus papás. 19 de octubre de 1989 – 5 de febrero de 1996».

«Quiero agradecerles por haberse acercado», se dirige Martín Cantera a los Iglesias; «a Osvaldo también, tuvo mucho que ver», gira hacia Guerrica Echevarría; «cuando uno diariamente sostiene más de 200 hectáreas de espacios verdes, hay cuestiones que lo superan, como el valor sentimental que tienen muchas áreas; pasan tantas cosas en el día; asimismo quiero agradecer al equipo de la Comuna, a Sharon [Mizrahi Jualla] y el resto; dijeron este tema es importante, tenemos que hacerlo; les doy el compromiso para que no se vuelva a deteriorar; nos comprometemos todos; estamos a disposición para lo que necesiten».

«La unidad, quién la da; ellos, los chicos», interviene Silvia Irigaray sobre el trabajo en conjunto de los familiares de las víctimas; se encuentra escoltada por Marta Canillas y Silvia Fredes, todas integrantes, como Nora, de la Asociación Civil Madres del Dolor; «ellos manejan los hilos del destino nuestro; dijeron vos, vos, vos y nos unieron; la verdad es que están acertados; a lo largo de los años vemos cantidad de familias que se manejan de forma diferente; cuando uno es atravesado por el dolor, no siempre se puede ir de mejor manera; se apodera de ellos el odio, la bronca y en nuestro caso no».

«Quiero primero agradecerles a ustedes», toma la palabra Osvaldo Guerrica Echevarría observando a los padres de Marcela; lo acompaña Olga Hernández, igualmente miembro de los Amigos del Lago; «desde 1996 hasta 2024 son 28 años que estamos juntos; creo que no falté ningún febrero, salvo uno o dos; brevemente quiero aportar otra cosa que tiene que ver con todo esto; hoy es 14 de noviembre; el 11 de noviembre, hace tres días, un 11 de noviembre de 1875 se inauguró el Parque Tres de Febrero; lo inauguró [el presidente Nicolás] Avellaneda; pasaron 149 años; era casi un pedazo de campo en esos momentos».

«Que eran terrenos de Rosas, creo que todos lo saben», avanza el arquitecto con su hilación; «pero no hasta dónde se extendían; desde la cancha de River hasta [la Avenida] Coronel Díaz, aproximadamente; 541 hectáreas; en 1924 hasta la [Avenida] General Paz; hubo idas y vueltas; se parquizaba un parte y se entregaba otra a privados; hoy queda el 20%; en 1990 casi desaparece con el intendente Carlos Alfredo Grosso, licenciado en Letras; intentó entregar medio parque y hacer un hotel cinco estrellas; apareció Amigos del Lago de Palermo y logró evitar el desastre, que desapareciera la mitad de todo esto».

«Gran movilización vecinal, abrazos al lago, etcétera; después nos empezamos a enterar de multitud de irregularidades; había ocupaciones ilegales; logramos recuperar más de ocho hectáreas y generamos otras tantas que no estaban parquizadas; por ejemplo, esta Plaza de la Shoá», señala el terreno contiguo al Paseo Marcela Iglesias, allende las vías, «el velódromo, etcétera; de todo sucedía en este predio y sigue ocurriendo; como les estaba contando a Sharon y Martín, cuando plantamos este árbol [el jacarandá], en marzo de 1996, estábamos en plena campaña electoral; se elegía el primer Jefe de Gobierno».

«Había cuatro candidatos», detalla el presidente de los Amigos del Lago; «[Fernando] De la Rúa, Gustavo Béliz, [Norberto Luis] Laporta, del Partido Socialista, y un cuarto postulante, del PJ, que ahora no recuerdo [Luis Durán]; entre todos hicieron el pozo para plantar el árbol; había un gentío; imagínense un recital; era equivalente a eso; al año siguiente, con una participación similar, un poco menos, pusimos la placa que robaron hace poco; que era la última que quedaba en todo el parque; en cada monumento existía una de bronce; habían desaparecido todas menos esta; y bueno, le llegó la hora; hoy por suerte se recupera; de otro material».

«Este paseo también es iniciativa nuestra; lo impulsó el entonces diputado Rubén Devoto; determina que todas las veredas paralelas al viaducto tienen este nombre; lograrlo no fue tan simple como puede parecer; es cierto que después se votó por unanimidad; pero el trámite fue de lo más difícil; no se entendía la cosa; se creía que los terrenos del otro lado eran del ferrocarril; cosas medio absurdas; no es cuestión de presentar y se aprueba; lo mismo que otras leyes; como la que consolida el velódromo en carácter de espacio público o la que determina que hay que hacer un plan de manejo de este parque».

«Nos sorprendió, nosotros creíamos que el tema había quedado sepultado por el tiempo», concluye Eduardo Iglesias sobre el trámite en la esfera continental; «siempre, por una razón u otra, se terminaba en una declaración o intención; no más que eso; después llegaba alguna notificación; la CIDH, la Comisión Interamericana, que está en Washington, elevó la causa porque encontró razones; el expediente había prescripto, pero hay unos artículos del código que hablan de los derechos del niño y la familia, referidos a Marcela y la reparación que corresponde a los padres, por el daño en la salud mental y física».