Lorena Osores: «Lucía quería ir al Congo, allá en África, a ayudar a las monjitas»

11/4/2024

«Vamos a Zar todos los 10 desde que pasó la tragedia para que no se olvide, para pedir justicia, para decir que lo que sufrió mi hija no tiene que repetirse y para que ese lugar, ojalá se pueda hacer, se transforme en un símbolo que sirva para la comunidad, que no haya tanto dolor; ahí tiene que surgir, como en todos los sitios trágicos, algo bueno; como en Cromañón, la expropiación del lugar; por otra parte, en la plaza central de Muñiz, frente al colegio al que fue desde el jardín hasta el secundario, hay un monolito con un QR para ingresar a la página Justicia por Lucía«.

Lorena Paola Osores es mamá de Lucía Ayelén Costa Osores, que tenía 18 años cuando el 10 de octubre de 2022 murió por las quemaduras que recibió en la fonda Zar Burgers & Beers de la ciudad bonaerense de San Miguel. Una camarera provocó un incendio mientras manipulaba combustible destinado a los centros de mesa. La hija de la voz de esta nota, única víctima fatal, fue rociada con el líquido. El local estaba flojo de permisos y medidas de seguridad. Sin embargo, nadie quedó preso. Ni siquiera Carlos Eduardo Oliverio, alias Tato, encargado o quizás dueño de la taberna, condenado a seis años de cárcel.

«A las once y media o doce [de la noche] me llamó Dana, hermana de Dolores [amiga de la extinta]; me dijo que fuera al [Hospital] Larcade porque Lucía había tenido un accidente; no hablé más nada; fui al Larcade y viví un horror, lo peor que puede pasar una madre; me informaron tu hija se va a morir con el 40 por ciento del cuerpo quemado; tratamos de establecer qué había sucedido, con mi hermana preguntamos; nos mostraron videos que habían salido en televisión; aparece mi hija pidiendo auxilio, diciendo soy Lucía, ayúdenme; mientras se prendía fuego; nadie la ayudó, la dejaron tirada en el suelo…».

El Juzgado Correccional 3 de los Tribunales de San Martín consideró el 16 de noviembre de 2023 a Oliverio autor penalmente responsable de los delitos de homicidio culposo y lesiones culposas leves y graves; lo castigó con seis años de prisión y diez de inhabilitación especial para actos de comercio, por sí o por interpósita persona; con costas y accesorias legales. María de los Ángeles Ramírez, la cajera, fue absuelta. Priscila Marlene Lucca, la moza que provocó las llamas, aún debe sentarse en el banquillo de los acusados. Ha alegado carecer de fortaleza psicológica para enfrentar un proceso oral y público.

«Los responsables del hecho son Carlos Eduardo Oliverio, encargado del lugar; María de los Ángeles Ramírez, la cajera, que manipuló las cámaras; y Priscila Lucca, que volcó el bidón de cinco litros de alcohol de combustión; además hay una responsabilidad administrativa; esa causa está en la Fiscalía 8; le corresponde a [Mariano] Calvente [subsecretario de control y ordenamiento urbano] y [Jaime] Méndez [intendente municipal], que estaba como jefe de Gobierno y habilitó que varios locales abrieran sin las condiciones básicas; matafuegos vencido, falta de instrucciones de salida de emergencia…».

Un audio de Oliverio a sus seres queridos, que trascendió en la prensa, generó repudio: «Les cuento a todos por acá porque me están llenado de mensajes y la verdad es que no puedo contestar mucho. No pasó nada. O sea, si pasó, pero nada tan grave. Un grupo de chicos empezó a joder con los rociadores de alcohol y jodiendo se prendió fuego uno, se prendió fuego la chica y empezó a los gritos. Pero no pasó nada más que eso. Se quemó la camarera que la quiso apagar y una clienta, pero el negocio no se prendió fuego, ni nada de eso. Así que les agradezco a todos la preocupación pero nada más que eso: un garrón».

«Como madre, yo no podía dejar de hacer algo», sigue Lorena; «más allá de quiénes eran o cómo eran, si había política o no había política, si tenían mucha plata o no tenían mucha plata; lo único que me importaba era reclamar que los que prendieron fuego a mi hija queden presos; fuimos a un juicio con muchas dificultades; con abogados carancho que lo único que buscaron fue beneficiarse ellos; una abogada se vendió, le pagaron; un abogado del padre también; se manejó mucho dinero atrás de esto; muchas pruebas fueron desaparecidas por la Policía; mucha gente involucrada con tal de tapar lo que sucedió.»

La barbarie quedó registrada en un video estremecedor que se hizo público rápidamente en las redes sociales de internet. Junto a Pablo, el papá de Lucía, Lorena denuncia pruebas suprimidas y pericias malintencionadas. Que hubo tergiversación de las cámaras de seguridad por parte de Oliverio y Ramírez. Que la Policía también obstaculizó las pesquisas. Que el SAME (Sistema de Atención Médica de Emergencias) abandonó a su hija, pues fue la última en recibir atención, aunque era la más grave. Por si todo esto fuera poco, aún deben investigarse la habilitación del edificio y si el encargado es o no el titular.

«Hay varios chicos que se salvaron, para mí son sobrevivientes; se hicieron transplantes de piel, sufrieron un montón; pero están vivos, son lindos y son buenas personas; eso es lo importante; Lucy no sé directamente cómo quedó, eso ya no… [importa], porque no la tengo, ella sufrió un montón; mi vida, pobrecita; solamente pensar que se quemó viva, que le faltaron partes del cuerpo por el fuego permite imaginarse cómo terminó ella; mi hermana, que pudo presenciar la autopsia, me dijo Lorena, menos mal que no estuviste porque fue tremendo; me quedé con eso, hay cosas que son muy fuertes».

Lucía, tras terminar el secundario en el Colegio San José, había empezado a especializarse como manicura y peluquera. Había cumplido 18 años el 12 de abril de 2022, en plena cuarentena por el Coronavirus. El momento de la tragedia era la primera vez que, gracias a la merma de las restricciones, compartía una salida nocturna con amigos. La acompañaban compinches del Espacio Joven de la Catedral de San Miguel. El fuego afectó directamente a una decena de clientes. En el bar había alrededor de 80 personas. En el juicio realizado en 2023 desfilaron más de 400 testigos en 15 jornadas de debate.

«La Policía encubrió a Oliverio. En el instante de la denuncia los efectivos salieron a resguardarlo. Parecía que nosotros éramos los implicados. El sujeto hizo una mueca y un movimiento de cabeza, como que nos iba a matar. Hay un video de eso que fue siniestro, en un patrullero. Nos dimos cuenta de la magnitud del perfil de este hombre tan nefasto. Cuando le dieron la sentencia denuncié al comisario Gabriel Domínguez porque tapó que no estaba preso. Oliverio salía y entraba. No permanecía en el calabozo. Una vez estaba comiendo pizza con Domínguez; fue muy bizarro, tengo fotos; parecía el comisario de Los Simpson«.

Lorena posee otros dos hijos, Jazmín y Santiago, mellizos de 15 años. En su brega por memoria, verdad y justicia está unida a más familiares de víctimas, muchos de los cuales trabajan en distintas organizaciones civiles. Cuenta con el asesoramiento del Observatorio de Víctimas de Delitos de la Cámara de Diputados de la Nación. Junto a un grupo de ciudadanos lleva adelante el Movimiento Lucía, una iniciativa que ofrece un plato de comida a gente sin techo y apoyo escolar a niños de barrios carenciados. Es una manera de honrar a su hija fallecida, que con esas y otras actividades fue una misionera y solidaria incansable.

«Gracias a mi hija se hizo el Movimiento Lucía; ella daba apoyo escolar, era una chica tan activa…; era una luz, la verdad es que era una luz; infinidad de cosas deseaba hacer Lucy; quería ir al Congo, allá en África, a ayudar a las monjitas; ella tenía una amiga que era religiosa, a la que todavía sigo viendo; tenía muchas amigas; ayudaba a gente en situación de calle; daba apoyo escolar en José C. Paz y otros lugares; hay tantas cosas que me cuentan; chicos a los que sacó de la droga o acercó a la Iglesia o ayudó en algún problema; tenía un alma más que caritativa; un espíritu, una fuerza…».