Eugenia, hermana de Andrea Viera: «Tuvimos cinco juicios y pocas condenas»

29/7/2023

La víctima murió con 25 años en 2002 tras ser torturada por policías bonaerenses en la Comisaría Primera de Florencio Varela. La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación inauguró un cartel en la vereda en el 21 aniversario del horror.

«Hace 21 años, Andrea fue empujada a golpes por esa arcada que se encuentra ahí en el portón de entrada de la Comisaría Primera de Florencio Varela en horas de la noche. La sacaron a la madrugada inconsciente, la trasladaron al Hospital Municipal Mi Pueblo luego de haberla dejado postrada en un coma irreversible.»

Eugenia Vázquez es hermana de Andrea Viera, víctima emblemática de la violencia institucional. La joven tenía 25 años y estaba en pareja con Gustavo David Cardozo, de 23. Ella exteriorizaba síntomas de embarazada cuando el 10 de mayo de 2002 caminaban juntos hacia una reunión familiar. Entonces irrumpió la pesadilla.

Fueron detenidos de manera ilegal por policías bonaerenses en la vía pública y torturados en la Comisaría Primera de Florencio Varela. Los habían agarrado al voleo como sospechosos de un incidente que los enamorados desconocían. Andrea quedó en coma y expiró el 22 de mayo. Gustavo pudo sobreponerse y se convirtió en la voz clave de la tragedia.

Cinco juicios sucesivos dejaron como saldo dos condenas a cadena perpetua. Marta Jorgelina Oviedo Salazar cumple prisión domiciliaria por supuestas dificultades de salud. Marcelo Miguel Aquino se aloja en una cárcel común. Varios agentes merecieron penas menores. Uno es Rafael Ominelli, exsubcomisario, sobre quien rige pedido de captura internacional.

Otra cuenta pendiente del caso es la muerte intrigante de dos testigos presos en la misma dependencia. Uno es de apellido Romero, alias el Manchado; supuestamente se enfermó de manera fatal. Otro es Jorge Galván Plaza, que apareció con un balazo en la sien.

«Gustavo, su compañero, fue arrastrado junto con ella y torturado también, pero no llegó a perder el conocimiento, sino que fue testigo de los gritos de Andrea en el patio del edificio policial, arrodillado y sometido a todo tipo de golpes, pisotones, puñetazos y patadas».

«Éramos repobres»

«Ella murió por la brutalidad de los golpes, la vejación y el ahorcamiento a los que la sometieron Marta Jorgelina Oviedo Salazar, David Leonardo Gutiérrez, Carlos Daniel Maidana, Oscar Luciano Farías, Erica Parra, Marcelo Aquino, Diego Hernán Herrera, Luis Tachino, Suriano y Ortega, todos bajo la conducción de José Oscar Sita y Rafael Ominelli, la cúpula policial de esta comisaría».

«Durante toda la noche y la madrugada se prolongó la sesión de torturas a la que sometieron a Andrea aquel 10 de mayo de 2002. Cualquier similitud con la bestialidad de los grupos de tareas de la dictadura o con la saña brutal y asesina de la extrema derecha no es casualidad.»

«Hoy a 21 años, apenas me levanté, me agarro una emoción increíble. Dije que 21 años atrás éramos felices, éramos repobres. Hasta ese momento creo que nunca me había dado cuenta de que nosotros éramos pobres. Me di cuenta cuando no pudimos avanzar en la Justicia. Para nosotros, que éramos rehumildes, repobres, era como natural. Pero éramos felices.»

«Después nos encontramos con que hay días que estamos contentos, estamos alegres. Pero no felices, porque nos pasó esto, algo tan terrible, tan trágico que nos enlutó y nos sigue enlutando hasta hoy.»

«Eso fue lo que me pasó esta mañana. Muy, muy emotivo. Después empecé a hacer algunas cuestiones para compartir ahora con las compañeras y los compañeros. Dije qué triste, tengo que ir a esa comisaría, descubrir esa señalización que se viene realizando. Uno dice por qué a mí, por qué a nosotros, los hermanos.»

«Mi madre ya no vivía. Mi padrastro tampoco, no vivía. Pero bueno, nos tocó y había que ponerle el hombro nosotros solos. En realidad creo que nunca hemos podido hacer nada en soledad. Yo tuve la suerte, dentro de lo trágico, del acompañamiento de las Madres, de las Abuelas, de la agrupación Hijos y el pueblo de Varela en su conjunto.»

«Justicia incompleta»

«Acá todos consensuaron. Acá todos dijeron vamos a pedir justicia por Andrea. Políticos oficialistas, opositores, organizaciones sociales, el sindicato, el Suteba, la CTA. Había una multisectorial. Toda esa gente hoy, hasta hoy, 21 años después, pide justicia por Andrea. Hoy Andrea queda inmortalizada acá en esta comisaría.»

«Estoy segura de que el día que nosotros no estemos acá, este cartel va a seguir siendo seguramente guardado por los varelenses. Va a ser llevado siempre impecable como está ahora. Va a ser muy cuidado cuando ya nosotros no estemos. Eso me alegra. Porque el pueblo varelense, a pesar de que Andrea no era varelense, en su conjunto salió a la búsqueda de justicia por ella.»

«Yo quería [que el cartel estuviera] acá enfrente [en la rambla]. No quería invadir esta vereda. Pero después finalmente se consensuó que era acá, porque este [tipo de señalización] tiene que ser en el lugar de los hechos.»

«Ella entró por esa arcada viva y salió por ahí con un hilo de respiración. Eso es lo que cada vez que vengo a Varela me pone muy, muy triste. Paso por acá, miro por ahí y pienso que no solamente Andrea entró por ahí. Acá hubo una perpetua a Marcelo Miguel Aquino, está firme esa condena. De ese monstruo no se salvaba nadie que pisaba la Comisaría Primera. Tuviera o no culpabilidad era torturado. Todo el tiempo.»

«Estas señalizaciones son por memoria, por verdad, por justicia. Porque tenemos que tener memoria, tenemos que tener verdad y justicia, que es algo aparte. Hoy por hoy nosotros conocemos una justicia irreal e incompleta. Tuvimos cinco juicios y pocas condenas, muy pocas condenas.»

«Acá deberían haber ido comisario y subcomisario a perpetua, y otros efectivos de la comisaría. Pero todos esos efectivos pasaron como testigos. También hay un personaje importante que siempre quiero nombrar, que acá le decían el Maradona.»

«Qué triste ¿no? Porque Diego es un ídolo popular que alegró todos los hogares más humildes y acá había un personaje… ¿Por qué le decían el Maradona? Era enorme, yo lo conocí en el juicio. Le daba al muchacho arrodillado [la víctima de las sesiones de tortura] justo con el pie en la cabeza. Por eso se ganó el título de Maradona, que para mí es terrorífico.»

«Nació en Jardín América»

«Andrea era la menor de ocho hermanos. En este momento me encuentro en Ministro Rivadavia, partido de Almirante Brown, provincia de Buenos Aires. Es un lugar muy, muy carenciado; donde vivió mi hermana. En esta casita que yo le había comprado en el año 1994 para que pudiera vivir con mi mamá y con mi hermano Juan Luis Viera, que era discapacitado motriz.»

«Andrea nació en la provincia de Misiones, localidad de Jardín América, en el año 1976, en plena dictadura militar. Nació en una salita que era de madera; hoy es de material; pero en ese entonces era de madera. Había un médico de la comunidad japonesa, el doctor Tadayosi Kamada, y estaba la enfermera, que era de apellido Benítez.»

«Algo que valoro mucho, en mis 21 años casi de militancia detrás de la justicia, es que aprendí mucho de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, las Abuelas de Plaza de Mayo, los Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, principalmente la agrupación Hijos de la red nacional.»

«Aprendí mucho de ellas. Hasta ahora sigo aprendiendo, voy detrás de ellas, porque sigo aprendiendo. Todavía no estoy capacitada para ir al lado de ellas. Camino detrás de ellas aprendiendo todos los días, porque ellas no han pedido nunca ninguna venganza o pena de muerte. Piden justicia, una justicia que sea justa.»

«¿Cuál es la justicia justa? Para nosotros, los familiares, es que los que cometieron estas atrocidades en la tierra cumplan su condena en una cárcel común y que la condena sea efectiva. Nosotros luchamos a diario por eso.»

«Nosotros, en estos 21 años casi, no hemos generado ningún tipo de incidente en la búsqueda de justicia por Andrea. El pueblo de Florencio Varela en 2004 se levantó a pedir justicia por Andrea. Éramos más de seis mil personas en la calle y no se generó ninguna especie de altercado.»

«Tenía días de embarazo»

«Ella fue detenida en la intersección de las calles López Escribano y Salta, de Florencio Varela, cerca de la estación Zevallos. Ellos se dirigían a la casa de los suegros, en Lomas de Zamora. Tenían que bajar en la estación Florencio Varela. Era un día viernes, más o menos a las siete de la noche, porque ella fue detenida a las ocho de la noche.»

«Vivían en una prefabricada en el barrio Ingeniero Allan, hacía un año y tres meses que vivían ahí con mi cuñado Gustavo Cardozo. Se dirigían a la casa de los familiares de el, ya que al otro día iba a haber un evento familiar y el día domingo iban a viajar a Luján, pues también había peregrinación en ese entonces.»

«Estoy segura de que ella tenía días de embarazo. Es lo que siempre digo como mujer, como madre y como abuela. Porque tenía muchas náuseas, me dice mi cuñado; desde que salimos de mi casa, dice; en Ingeniero Alan ella subió al colectivo 324 de la línea C y le empezaron a agarrar náuseas.»

«Quería bajarse, dice, enseguida que subimos. Mi cuñado le decía no, aguantá un poco que vamos a seguir. Así continuaron hasta las calles López Escribano y Salta. Ahí bajaron del colectivo. Ella dijo que quería devolver, tenía muchas náuseas; se puso boca abajo; no devolvió, era por naturaleza nada más.»

«Cuando se calmó un poquito, mi cuñado la llevó un trecho más, fueron caminando. En ese momento, esa misma tarde del día 10 de mayo de 2002, en la intersección de López Escribano y Salta, dicen que había cuatro sospechosos, una mujer y tres varones. El policía que fue para allá no encontró a ninguno.»

«El peluquero Manuel Florentín, que hasta ahora tiene su local en Florencio Varela, hizo un llamado a la Comisaría Primera. No estaba todavía el 911. Llamó para avisar que había cuatro sospechosos en el lugar, que al parecer querían robar una carnicería en esa esquina.»

«Ahí se dirigió un patrullero con dos policías, Machuca y otro. Cuando llegaron al lugar, Machuca se enfrentó con el supuesto delincuente, que nunca supimos si era uno de los cuatro que habían sido denunciados por el peluquero.»

«Dicen que el supuesto delincuente lo hirió. pero muy. muy leve al policía Machuca. Lo hirió muy, muy levemente en el pómulo izquierdo; ni siquiera le llegó a los dientes; solamente fue un refilón, un rasguño. El uniformado, en cambio, saco su arma reglamentaria y la descargo en el cuerpo del presunto maleante. Creo que fueron nueve balas en el cuerpo del supuesto delincuente. Todo el mundo dice que había gran cantidad de sangre, gran cantidad de curiosos, gran cantidad de policías.»

«Está herida»

«Ahí es cuando bajaron mi hermana y mi cuñado, que venían del barrio Ingeniero Allan. Mi cuñado la iba corriendo a ella, la iba corriendo un poco. Le dijo no vamos a pasar por acá, hay un montón de policías. Mi hermana le dijo a mí qué me importa, yo estoy descompuesta y voy a pasar. Y cruzaron por ahí. Fueron a una ferretería que todavía estaba abierta. Eran las ocho de la noche.»

«Mi cuñado le dijo a la dueña de la ferretería, de apellido Sama, si podía darle un vaso de agua. La señora le dijo que no tenía. Se fueron corriendo. Llegaron a un locutorio más o menos a una cuadra del lugar de los hechos. Había un murito hecho para una planta; mi hermana se sentó en ese murito.»

«Mi cuñado entró al locutorio y pidió otra vez un vaso de agua. Porque Andrea todo el tiempo estaba que quería devolver, que quería devolver, pero bueno, nunca devolvía. El muchacho del locutorio le dio una botella de agua con un vaso. El fue afuera, ella tomó el vaso de agua, mi cuñado devolvió el vaso y la botella, volvió afuera y le preguntó cómo estaba.»

«En eso, frenaron cinco patrulleros a la orilla de ellos, donde mi hermana estaba sentada, frenaron bruscamente. Bajó una mujer policía, Marta Jorgelina Oviedo Salazar y les dijo a todos sus acompañantes acá están, acá están y ella está herida, les dijo a todos porque mi hermana tenía la cabeza agachada.»

«Apenas frenaron los patrulleros, bajaron todos los uniformados. Esposaron a los dos bien alto en la espalda. Mi hermana era enorme, medía casi dos metros, no quería subir al patrullero. Entonces Marta Jorgelina Oviedo Salazar la agarró de los pelos y la tiró hacia el patrullero. Subieron los dos, Marta con ellos, al lado.»
«Se dirigieron a la Comisaría Primera de Florencio Varela. Cuando llegaron les apretaron la cabeza contra el suelo para que no miraran para afuera. Primero entró mi hermana, después mi cuñado. A Andrea la ingresaron del lado izquierdo de la comisaría. Había como una mesa, un escritorio medio largo.»

«Mi cuñado ingresó al momento; lo ingresaron a la derecha de la comisaría, no a la izquierda. Levantó la cabeza y vio que tiraron a mi hermana arriba del escritorio y que ella se resbaló sobre la mesa. Esa fue la última vez que vio a mi hermana con vida. Después a el lo pusieron en un lugar de los varones, a ella en otro lugar.»

«No firmes el papel»

«El dice que Andrea gritaba todo el tiempo, pedía que la llevaran al hospital, que no se sentía bien. Mi cuñado gritaba que llevaran a su señora al hospital, que no se sentía bien. Todo el tiempo gritaba mi hermana y gritaba mi cuñado también.»

«En la Comisaría Primera había 22 muchachos detenidos, aunque no estaba preparada para alojar presos. A el lo pusieron en un lugar donde iban los contraventores. Todavía no sabía cuál era la causa. Esto lamentablemente yo fui aprendiendo por el camino. De igual forma, pude entrar varias veces a la Comisaría Primera.»

«Después cambiaron toda la cúpula. El nuevo comisario, Edgardo Luengo, había estado antes, lo habían llevado a otro destino. Siempre digo que si hubiera estado el es probable que a mi hermana no la hubieran matado a golpes. A Luengo lo habían trasladado a otra comisaría. Habían llevado a Oscar Sita y Rafael Ominelli, comisario y subcomisario en el hecho.»

«Mi cuñado dice que apenas entró lo hicieron arrodillar al costado de una pared. Tenía que mirar siempre la pared, nunca adelante. Entonces, los muchachos… Es un espacio muy, muy reducido; eran 22, había uno por celdita. Le dijeron por qué te trajeron.»

«Les empezó a decir estábamos esperando el colectivo, bajamos, mi señora estaba mal, nos trajeron, no sabemos por qué. Al rato vino un policía y le dijo tenés que firmar este papel. Todos los presos que estaban le dijeron qué hiciste vos. Nosotros no hicimos nada, estábamos en la parada del colectivo, bajamos porque mi señora se sentía mal.»

«Todos los presos le gritaron si vos no cometiste nada, no firmes el papel. Entonces el no firmó. Ahí empezaron los golpes. Tenés que firmar, tenés que firmar. Y los presos le gritaban que no, que no firme. Y bueno, no firmó y siguieron los golpes. Se retiró el policía y le dijeron todos los presos…»

«Tenía a algunos un poco más cerquita, a otros un poco más lejos. Pero el siempre tenía que mirar la pared arrodillado. Del lado izquierdo estaba Jorge Galván Plaza; de este lado Walter Silva; también David Bracamonte Pérez; además Alexis del Villar y un montón más de este lado. El tuvo contacto verbal y físico con Galván Plaza, David Bracamonte Pérez y Walter Silva. Alexis del Villar miraba pero no participaba.»

«¿Dónde tiraste el fierro?»

«Le dijeron que no firme, que no firme, que no firme. A la media hora vino otro policía. Le dijo que firmara lo que ellos habían cometido. Le preguntó mi cuñado qué es lo que habían cometido. Le dijo ustedes quisieron matar a nuestro colega que se va a morir, ustedes son los culpables de la muerte de nuestro colega.»

«Era el oficial Machuca, que había recibido un rasguño. Había ido del Hospital Churruca a buscarlo un helicóptero al playón de la estación. Pero lo de el no era peligroso. No le había pasado casi nada. Igual, todo el tiempo le decían firmá, porque nuestro colega se va a morir y ustedes son los culpables.»

«Mi cuñado le decía nosotros no hicimos nada, no hicimos nada ¿a mi señora la llevaron al hospital? No, tu señora y vos son unos ratas ¿dónde tiraste el fierro con que heriste a nuestro colega?»

«Mi cuñado no sabía qué era un fierro, pensaba que era un pedazo de hierro que ellos podían haber traído. Nunca pensó que era un arma. Le decían heriste a nuestro colega, que se va a morir. Le decían todo el tiempo se va a morir. El les decía nosotros no lo tenemos, solo nuestros bolsos, nada más.»

«Como mi cuñado trabajaba en el Mercado Central, siempre traía cosas, porque allá todo es más barato. Al otro día tenían un evento familiar, iban a comer un lechón, entonces traía un montón de especias para ponerle. También otras cosas para su mamá, para la cocina.»

«Todo eso era lo que tenía en la mochila y las pertenencias, como la ropa. Ese día hacía frío, era 10 de mayo, era viernes. Mi hermana tenía pantalón jogging verde, tenía un buzo rojo. Mi cuñado también. Mi cuñado tenía 23 años, dos años menos que Andrea.»

«Mi guainita»

«Por último, también muy importante, unos versos que escribió un poeta. La describe a mi hermana Andrea tal como es; tal como fue, mejor dicho; pero para nosotros es; allá en la provincia de Misiones. Este trovador no es de Misiones, pero escribió esto notable para ella, por lo tanto quería leerlo. Es corto, así no los aburro tanto. A la memoria de Andrea Viera [es el título]. El poeta se llama Pablo Massironi.»

«Antes de que el sol encendiera la vida de las cosas, te sentí en un cosquilleo, guainita, esta mañana. Desperté inundada en dicha, enjugando el sudor que tu presencia, en mi carne provocaba. Y supe que eras vos, porque así me lo anunciaste en los sueños que bordaron mis dorados amaneceres.»

«Te reconocieron los latidos acelerados de mi corazón gozoso en la alborada, el fluir turgente en las venas henchidas de sangre escarlata que presagiaron tu llegada, la revolución hecha náuseas en el vientre que obligaron mi pausa, justo en el umbral, mi guaina, donde nadie debió haberse detenido jamás, allí, a las puertas de la oscuridad, en la antesala del tormento».

«Atenazaron la tarde, garras despiadadas. La angustia se hizo nudo en mi garganta. El dolor, un grito hecho evidencia, escuchado por valientes almas encerradas que clamaban verdades liberadas. Entonces, tu voz, dulce como el kivevé (el kivevé es un puré que le hacían a Andrea cuando era chica, hecho de zapallo) de la infancia, guaina, me rescató del mundo de la hiel.»

«Ahora, etéreas navegantes en medio de la cálida bruma que delata al Paraíso, vamos las dos, mi guainita, aferradas a la cola de un Yetapá de gorjeo celestial, soñando con refrescar tus piececitos y los míos una tarde ardiente a la orilla del Tabaý».

«(El salto del Tabaý se encuentra en la ciudad de Jardín América, donde nosotros con Andrea íbamos cuando todavía era monte; por eso quería leer este poema que la describe a ella como si hubiese estado allá hoy).

«Lenguas multicolores, bocas dulzonas hechas picolé. Aquí, nacerás un día, mi guaina, y serás Proclama, Pueblo, Lucha y Justicia.»

A la memoria de Andrea Viera

(Poema de Pablo Massironi)

Antes de que el sol encendiera la vida de las cosas, te sentí en un cosquilleo, guainita, esta mañana.

Desperté inundada en dicha, enjugando el sudor que tu presencia, en mi carne provocaba.

Y supe que eras vos, porque así me lo anunciaste en los sueños que bordaron mis dorados amaneceres.

Te reconocieron los latidos acelerados de mi corazón gozoso en la alborada, el fluir turgente en las venas henchidas de sangre escarlata que presagiaron tu llegada, la revolución hecha náuseas en el vientre que obligaron mi pausa, justo en el umbral, mi guaina, donde nadie debió haberse detenido jamás, allí, a las puertas de la oscuridad, en la antesala del tormento.

Atenazaron la tarde, garras despiadadas.

La angustia se hizo nudo en mi garganta.

El dolor, un grito hecho evidencia, escuchado por valientes almas encerradas que clamaban verdades liberadas.

Entonces, tu voz, dulce como el kivevé de la infancia, guaina, me rescató del mundo de la hiel.

Ahora, etéreas navegantes en medio de la cálida bruma que delata al Paraíso, vamos las dos, mi guainita, aferradas a la cola de un Yetapá de gorjeo celestial, soñando con refrescar tus piececitos y los míos una tarde ardiente a la orilla del Tabaý, lenguas multicolores, bocas dulzonas hechas picolé.

Aquí, nacerás un día, mi guaina, y serás Proclama, Pueblo, Lucha y Justicia.