Carolina Isorni: «Ya han matado a Franco, pido que al menos me den justicia»

30/8/2024

Denuncia que su hijo, un estudiante universitario de 23 años, fue torturado de forma espantosa y fusilado por policías el 25 de agosto de 2020 en Santiago del Estero. La Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación la recibió junto a otros familiares de víctimas de la provincia: Sonia y Víctor, padres de Clara Bravo, y Juan, papá de Felipe Jaimes.

«Cuando ve gente que sale a protestar a la calle, uno se asusta y dice ¿qué hacen estas personas, debo ir a trabajar, por qué se encuentran en la vía pública? seguramente piden algo; eso es lo primero que uno piensa; capaz que quieren planes o lo que sea; pero no; son ciudadanos que reclaman justicia; yo no lo sabía; con la muerte de mi hijo me he dado cuenta; en medio del dolor he tenido que salir, agarrar un micrófono y gritar; cuatro años caminando, exigiendo justicia ¿hasta cuando?»

Patricia Carolina Isorni está dispuesta a contar la misma historia un millón de veces. El 20 de agosto lo hizo en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de la Nación, que la recibió junto a otros familiares de víctimas de su tierra: Sonia y Víctor, padres de Clara Bravo, y Juan, papá de Felipe Jaimes. Expuso el caso de Franco Nicolás, el mayor de sus tres hijos, que tenía 23 años, era auxiliar de Farmacia y cursaba para ser Técnico en Construcción en la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Carismático e independiente, el joven tenía una motito con la que se rebuscaba como repartidor.

El 25 de agosto de 2020, según evidencia profusa del expediente con aportes considerables de la querella, el chango fue raptado por un grupo de policías, torturado y rematado de un balazo en el mentón. El cuerpo sin vida apareció a la vera de una rotonda urbana, igual que la motocicleta. A pesar de la alevosía e inverosimilitud de la operación de encubrimiento que describe la progenitora del fallecido, después de infinidad de idas y vueltas, algunas escandalosas, que provocaron un revuelo de trascendencia nacional, la Justicia santiagueña mantiene la causa cerrada como un simple accidente vehicular.

«Agradezco a todos ustedes la oportunidad de estar aquí», comenzó Carolina su exposición frente a los legisladores nacionales; «como dijo Sonia, es algo que quiebra el alma revivir nuevamente cada uno de esos momentos tan dolorosos; no sé si todos han escuchado acerca del caso de mi hijo; la mayoría sí; lo que les voy a mostrar es algo que no le recomiendo a ninguna madre; jamás le desearía a nadie el mal que he padecido y todo lo que ha sufrido mi hijo antes de morir».

«Franco Nicolás tenía 23 años, faltaban 15 días para que cumpliera 24», contó sentada en medio de Sonia Córdoba y Juan Jaimes; «estudiante de la Universidad Nacional, amigo de Clara Bravo, estaba por recibirse de su segunda carrera; siempre le ha gustado estudiar y ser independiente; trabajaba para ayudarse solo; era muy bueno con sus hermanos, excelente sobrino, excelente hijo; este es mi hijo», levantó una fotografía para que observaran los circunstantes, «mi bello hijo, Franco Nicolás Isorni».

«Salió un día supuestamente a la casa de una amiga; después descubrimos que todo era para matarlo ¿qué es lo que ha visto Franco? nunca lo ha querido investigar la Justicia y eso que nosotros a través de la unión de las familias de Santiago del Estero (somos 45 familias) nos hemos cansado de denunciar; a la Policía involucrada en el narcotráfico; la forma en que matan a los jóvenes y después dicen accidente de tránsito ¿qué vio mi hijo, por qué lo mataron como lo mataron?».

«Pero qué van a indagar, si la misma Justicia es allegada a la Policía, que depende del poder político; en un feudo como Santiago del Estero, quién va a averiguar; quién va a ir en contra del gobernador Zamora, a decir la Policía mata; ahora estoy aquí llorando a mi hijo; el domingo [25 de agosto] se cumplirán cuatro años, mientras se festeja la semana de la Policía».

«No digo que todos sean iguales, pero que hay narcotráfico, hay narcotráfico; que a Franco lo mataron cerca de una pista [aérea clandestina para el transporte de estupefacientes], también es cierto; que había policías de investigaciones que vendían droga, lo mismo; sin embargo, no ha habido escudriñamiento; se ha apartado a la Policía de la provincia, se ha puesto a la Gendarmería; aún así no se ha hecho la pesquisa como corresponde; me ha dicho el comandante Giménez, de la Unidad Regional 16, no tenemos órdenes de la fiscal, señora; así, lisa y llanamente; no tenemos órdenes de investigar».

«A mi hijo lo retiraron a las 20 del domicilio de Gonzalo Padilla; lo llevaron a una vivienda a la vuelta, donde lo torturaron durante horas, horas y horas; este es mi hijo Franco con sus zapatillas verdes; lo he retirado de la morgue con ese calzado; sin embargo, después, en la fotografía salen unas blancas con negro; en el lugar del hallazgo; miren, son chiquitas; cuando Franco tenía el pie grande; de quién son esas zapatillas ¿puede alguien explicarme cómo pasan estas cosas?»

Carolina y los demás santiagueños que se acercaron a la Cámara de Diputados aprovecharon su visita a la Capital Federal para entregar un escrito dirigido al presidente Javier Milei. El siguiente video muestra a la mamá de Franco explicando la iniciativa; la Casa Rosada es el telón de fondo; Felipe Jaimes escolta a la narradora. Lo mismo hicieron durante la administración de Alberto Fernández, sin resultado. Todo lo contrario. Como contará ella más adelante en su relato, Mariano Przybylski, entonces director de Derechos Humanos de la Nación, rechazó expresamente el caso Isorni sin argumentos.

«Es muy poca la gente que dice voy a hacer lo que es correcto, voy a ayudar a esta familia a que encuentre luz lo que ha pasado con su hijo; soy analista de sistemas, me dedico a eso, trabajo como informática; soy empleada del Estado; toda la gente me dice no tienes miedo de quedarte sin trabajo; sí…; estoy a cuatro años de lo que le hicieron a mi hijo prestando testimonio y diciendo a cara descubierta esto ha pasado con mi niño; por tanto, no sé si el lunes cuando vuelva voy a seguir en mi empleo».

«Esa es la verdad; porque hay que tener mucho coraje para levantarse y decir el Estado mata en Santiago del Estero y todas las instituciones se ocupan de encubrir; mi hijo, mi niño…; después de todo lo que han hecho para decir que fue un accidente de tránsito, se descubre la foto; no ha sido por gente de aquí, sino por personas de otro lado; [entre] las mismas fotografías de criminalística; es gente de nivel internacional; he tenido que mandar las carpetas a otro lado [Estados Unidos] porque aquí no actuaban con responsabilidad; cuando estaban cerrando la causa, aparece la famosa foto del disparo…».

Carolina destaca que el cadáver de Franco es la prueba crucial. Lo describe con varios huesos rotos (el tabique, dos costillas, un pie), fusilado y mutilado, pues le falta el corazón. Las fracturas fueron provocadas en vida, durante la sesión de tormentos. El disparo en el mentón implicó el deceso. Hay que agregar un corte en el cuello que casi lo degüella, practicado con arma blanca en el sitio del hallazgo. El robo del corazón fue después del entierro. El estado del occiso consta en los tres exámenes a que fue sometido, el último por parte del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

«Mi hijo está enterrado sin corazón», declaró la madre sumida en la angustia; «tres veces tuve que estar parada a la vera de la fosa y responder sí es Franco; es algo que no le deseo absolutamente a nadie; tengo una causa cerrada; hay pedidos de juicio político contra los fiscales, que no prosperan porque el poder sigue siendo el mismo en Santiago; Mariano Przybylski me dijo nosotros no acompañamos el caso Franco Isorni ¿quiénes son los responsables que han dado la facultad a la Policía de la provincia de reprimir, de matar? ellos han usado eso para encubrir el homicidio de Franco, que algo ha visto».

La protagonista de esta nota preside el Comité de Lucha contra la Impunidad e Injusticia de Santiago del Estero, que congrega a medio centenar de familias de afligidos por distintas modalidades violentas. El pueblo también las conoce como las Madres del Dolor, apelativo estrenado hace algunas décadas por otras que se volvieron célebres caminando las mismas calles. Algunos crímenes están conectados, como los de Franco y Clara Bravo, que eran amigos. Carolina y sus camaradas reclaman que ciertos funcionarios sean sometidos a juicio político y la intervención federal del Poder Judicial santiagueño. Ante el silencio del Estado Nacional, evalúan apelar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

En este video, la madre lee una carta en nombre del vástago transcripta en el documento posterior. «Me golpearon hasta casi matarme, pero me remataron de un tiro en el mentón. Morí a las 22.45 de ese día 25 de agosto del 2020. Luego tomaron mi cuerpo y mi moto, y dos horas después me tiraron en la rotonda de Solís y Lugones. Bien al estilo mafioso, la Policía tiró mi cuerpo, acomodó la moto, y hasta un oficial me cortó estando en el suelo, degollándome para tratar de tapar el disparo», narra; «llegué a la morgue de la Corte Suprema sin corazón y hasta el día de hoy no hay investigación de ese hecho».

«Sé el caso de mi hijo de principio a fin; soy analista y tengo dos años de escribanía, así que conozco algo de leyes; he tomado el expediente de mi hijo, he analizado uno por uno todos los puntos; he hecho listados de policías, listados de toda clase para ver las inconsistencias; así ha sido que un buen día hemos descubierto lo de la cámara [de seguridad situada en la rotonda]; gente conocida de la Policía me ha dicho hermana, apurate porque ya te han borrado la cámara».

«Soy informática, como les dije; he participado de la pericia; he determinado junto a un grupo de profesionales una adulteración de 15 minutos 48 segundos, que es el tiempo que les ha tomado tirar el cuerpo, cortarlo en el piso…; porque a todo esto a mi hijo lo cortaron, casi lo degollaron; poseo informes de tres expertos que marcan que la herida es incisa, es decir realizada con arma blanca; también tengo diagnósticos de especialistas que dicen que el estaba muerto».

«Adónde como sociedad vamos a llegar», inquirió observada por Sabrina Ajmechet, titular de la Comisión de Derechos Humanos, y el resto de los legisladores sentados a la mesa; «yo soy una mamá común, una persona que trabaja, que ha estudiado; tengo dos empleos porque no me alcanza; he estudiado, me he preparado, pero trabajo para criar a mis hijos, para que sean hombres de bien; Matías estudia Medicina; Santiago está terminando el secundario; vivo para ellos; así he sido para Franco también, queriendo lo mejor para el y un buen día alguien te dice lo han matado a tu hijo».

«No saben lo doloroso que es para mí; lo único que pido es justicia; nunca he reclamado otra cosa; agradezco mucho la oportunidad de estar aquí, poder contar esto; saber que hay gente que va a escuchar y quizás ha pasado por lo mismo; que busque una esperanza de justicia, de vivir en un mejor país; adonde estamos, como somos, como personas, como familias, como madres; eso es lo más importante; la madre que cuida al hijo; lo único que pido es justicia, que paguen con la cárcel».

«Para todos los presentes en esta sala y cualquiera que este viendo esto, tengo pruebas; sé todo, absolutamente todo acerca del homicidio de mi hijo; puedo demostrarlo si me citan, si lo requieren; fotografías tengo muchísimas y poseo cinco carpetas con estudios, pruebas como esta que tiene Juan aquí; hemos entregado copias a distintas personas, así hemos trabajado».

«Esperamos algún día vivir en un mejor país; quién le ha dado la facultad al gobernador, para que faculte al policía, para que cometa estas atrocidades, para que después salga una fiscalía a obedecer órdenes, porque no pueden reconocer que la provincia ha hecho esto; han robado órganos; a Clara [Bravo] le falta el útero, a Florencia Magalí Morales los músculos del cuello; quién ha dado el poder para que los homicidios cometidos en la pandemia sean encubiertos de esta forma; no lo habían matado ya; para qué tanto; hasta dónde llega la falta de moral de esta gente; cómo hacen para llegar a la casa y besar a sus hijos».

«Les agradezco nuevamente; mil disculpas, si me he explayado demasiado; pero para contar de Franco tengo muchísimo; estoy dispuesta ante cualquiera, así lo voy a seguir haciendo, a defender a mi hijo hasta lo último; creo que es lo que haría cualquier madre, pero sobre todo yo; a mi bebé no lo voy a dejar nunca; este domingo son cuatro años; ruego a Dios y a todos ustedes que el domingo se acuerden de mi hijo y digan justicia para Franco; muchísimas gracias de todo corazón».