Rosa Bru: «Vamos a continuar la búsqueda hasta encontrar a Miguel»

19/8/2025

Lleva 32 años preguntando dónde están los restos de su hijo, que tenía 23 cuando fue secuestrado, torturado, asesinado y desaparecido por policías en la Comisaría Novena de la ciudad de La Plata. El 17 de agosto, aniversario del horror, lideró una vigilia en la puerta del edificio acompañada por familiares, amigos, estudiantes, ciudadanos y otras víctimas.

«Primero que nada quiero agradecerle a cada uno por acompañarnos un año más», dice sentada con el micrófono en la mano; «32 años», destaca observando la concurrencia; «podría hablar del primer día, cuando vino Guillermo y comentó Má, te estoy diciendo que está la ropa, la bicicleta de Miguel en el río y él no está», recuerda el vestigio inicial de la tragedia, aquella charla con el hermano menor de la víctima, preocupado por la ausencia inexplicable; «pero hoy, como la mesa [una radio abierta] ya estuvo dando todas las novedades, solamente quiero agradecerles».

Rosa Ester Schonfeld de Bru, con la voz suave, la palabra sosegada, la mirada profunda, las pupilas castañas tras los anteojos y el pelo lacio gris hasta los hombros, es toda ella un emblema. Tan conocido, probablemente, como el rostro de su hijo, que se encuentra multiplicado decenas o quizás cientos de veces a sus espaldas, en los volantes que empapelan las paredes y los ventanales del frente de la Comisaría Novena de la ciudad de La Plata, donde el 17 de agosto de 1993, con 23 años, fue secuestrado, torturado, asesinado y desaparecido.

«Nunca hubiéramos podido hacer nada ni Miguel estaría tan presente si nos encontráramos solos; les agradezco con el alma», continúa mientras un aplauso rompe el frío de la noche; «¡Miguel presente!», proclama una voz, también femenina, desde el público; «Miguel y todos los chicos», agrega Rosa girando la vista hacia su derecha; «acá nos acompañan…, tanto hablar me comen los nervios, tenemos muchos familiares; también se los podría invitar a que den testimonio ¿No? Para que cuenten; tenemos a Eugenia, tenemos a Dolly, a Gumer, a Mónica…».

Rosa Bru hablando en el 32 aniversario, frente de la Comisaría Novena de La Plata (foto de Gabriela Hernández).

Las mencionadas son Eugenia Vázquez, hermana de Andrea Viera; Gumercinda Giménez, mamá de Judith; Dolores Demonty, de Ezequiel; y Mónica Gómez, de Iván. Junto a ellas se encuentran además Nilda Díaz, tía de Camila Arjona, y Nelly Rojas, mendocina víctima de prisión arbitraria. Todas constituyen un apoyo importante para la oradora, que coordina dos iniciativas como emprendedora humanitaria: la Asociación Civil Miguel Bru, con sede en La Plata, y la Casa de Cultura y Oficios Miguel Bru, que funciona en la Capital Federal.

«A 32 años de la desaparición de Miguel Bru, seguimos exigiendo justicia», titula el aviso difundido en la prensa los días previos. «¿Dónde está Miguel?», interroga la bandera gigante que sostiene una multitud en la foto que abarca el centro del cartel. «Domingo 17/8 – Vigilia – Comisaría Novena – Calle 5 y 59 – De 19 a 2», precisa la franja horaria transcurrida desde que el hijo de Rosa ingresó vivo hasta que salió muerto de la sede policial. «Traé un alimento no perecedero para la obra del Padre Cajade», menciona el proyecto solidario del extinto sacerdote católico.

Néstor Miguel Bru hoy tendría 55 años. Miga, como lo llamaban en casa, nació el 16 de julio de 1970 en Pigüé y era el mayor de cinco hermanos. Los demás son un varón y tres mujeres, dos de ellas mellizas. El desaparecido había heredado el primer nombre de su papá, ya fallecido, que era policía de otra seccional platense, la Cuarta. Los asesinos le había hecho la cruz al joven porque este los había denunciado en una fiscalía tras algunos episodios de violencia contra Chempes 69, banda de punk rock en la que Miguel era cantante y compositor.

Aviso difundido en la prensa acerca del 32 aniversario.

El bautismo del conjunto musical unía dos términos: una deformación del apellido del futbolista Mario Alberto Kempes y el número de la calle donde estaba el inmueble tomado que habían convertido en sala de ensayos y refugio. La cuadrilla de la Comisaría Novena había realizado dos allanamientos ilegales en el domicilio. La primera vez con la excusa de una queja de vecinos por ruidos molestos (nunca se supo quién fue el supuesto denunciante) y la segunda tras un presunto robo a un quiosco (comercio que hasta el presente no ha sido identificado).

El juicio urdido en 1999 en el Tribunal Oral 1 de La Plata condenó a cuatro uniformados. Walter Ábrigo, subcomisario, y Justo José López, suboficial, recibieron cadena perpetua como autores de tortura seguida de muerte. El primero murió en 2003 en gayola y el segundo permanece en la cárcel. Los otros castigados son Juan Domingo Ojeda, comisario, titular de la Comisaría Novena, y Ramón Ceresetto, suboficial, que merecieron penas menores como cómplices. Según los jueces, Ojeda se desempeñó con negligencia y el último fraguó el libro de guardia.

Rosa Bru colocando una ofrenda floral en el 32 aniversario (foto de Gabriela Hernández).

Rosa ha propuesto otorgar la libertad a López a cambio de que revele el paradero del cuerpo. En 32 años se efectuaron más de 40 rastrillajes estériles. Sin embargo, el balance es positivo en términos simbólicos. Lo demuestra el marco de la vigilia. «Comisaría Novena – La Plata», presenta la vieja placa de bronce entre folletos de la víctima, flores y velas encendidas. «Municipalidad de La Plata», reza un mármol blanco inferior; «1993 – 17 de agosto – 2000», continúa; «en esta comisaría Miguel fue secuestrado, torturado, asesinado y desaparecido…».

El primer eco de alcance nacional fue provocado por la tapa de Página 12 del 19 de septiembre de 1993, que volvió célebre el semblante del muchacho. La cobertura contó con el aporte de los reporteros Cristian Alarcón y Pablo Morosi. La decisión editorial fue de Jorge Lanata, en ese tiempo director del diario. Más tarde habrá infinidad de hitos en el ámbito de la prensa. Pablo Torello y Jorge Jaunarena lanzarán en 2000 el audiovisual periodístico ¿Dónde está Miguel? Igual título llevará el libro de investigación difundido en 2013 por Morosi.

Rosa saluda con el símbolo de la victoria durante la vigilia del 32 aniversario. La acompañan, de izquierda a derecha, Nelly Rojas, Gumercinda Giménez, Dolores Demonty, Nilda Díaz y Eugenia Vázquez (foto de Gabriela Hernández).

«Recompensa pública para encontrar a Miguel Bru», advierte el afiche que sostiene la madre en el retrato principal de esta nota (foto de Gabriela Hernández), uno de los modelos estampados a repetición en paredes y vidrios. «Desaparecido por efectivos de la Bonaerense en 1993», explica encima del rostro de la víctima. «$5.000.000 para quien aporte información», ofrece. «Llamá al 0221 4293015 – Mencioná la recompensa – Reserva de identidad – Confidencialidad», garantiza. «Dirección Provincial de Personas Desaparecidas – Gobierno de la Provincia de Buenos Aires».

El enorme cartel metálico a espaldas de ella, igualmente con la cara de Miguel, fue colocado en 2021, en el 28 aniversario del crimen, en la esquina de la delegación. En el marco del Plan de Señalizaciones contra la Violencia Institucional desarrollado entonces por la Secretaría de Derechos Humanos de la República. «Argentina unida contra la violencia institucional», pregona. Un sinfín de letreros idénticos ha sido instalado en diversos puntos del país para identificar escenarios de desmanes perpetrados por miembros de la Policía u otras fuerzas estatales.

Rosa Bru junto a sus otros cuatro hijos, yernos y nietos en el cartel colocado en la esquina de la Comisaría Novena (foto de Gabriela Hernández).

Una emoción destacada para Rosa sucedió el 22 de mayo, cuando León Gieco, padrino de la Asociación Civil Miguel Bru, brindó un recital a beneficio en el Teatro Argentino de La Plata. Entre otras personalidades, se acercó Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. El músico, que con este suma once recitales para colaborar con el proyecto, vistió una remera con la frase «¿Dónde está Miguel?». Hacía diez años que León permanecía ausente de los escenarios de la ciudad, su último show había sido en 2015 invitado por igual anfitriona.

La Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata cumple un rol fundamental en el reclamo de memoria, verdad y justicia. Como Miguel era estudiante de la carrera, las autoridades asumieron un compromiso institucional. Impulsaron el reclamo público desde el comienzo y lo mantienen en el presente. Los compañeros de clase de la víctima han sido pioneros en el rastreo del cuerpo y la difusión del caso ante la sociedad. Además, la sede de la entidad académica fue el primer sitio de encuentro de la familia y los diferentes colaboradores.

Rosa Bru con colaboradores, amigos y estudiantes durante la vigilia del 32 aniversario (fotos de Gabriela Hernández).

«Todo esto se ha logrado con la Asociación, con aquellos amigos que empezaron esta lucha; hace 32 años que caminamos juntos», acentuará Rosa, luego de la vigilia, por teléfono; «me duele mucho cuando dicen la mamá, la mamá, la mamá; yo no hubiera podido sola; en esos momentos es como que se te cae el mundo encima, no podés hacer nada; así que mi amor eterno para esos jóvenes, para esa hermosa Facultad que siempre lo tiene presente; hay un aula con el nombre de él, nosotros pasamos a ser parte de esa Facultad».

En primera fila, entre quienes ponen el hombro junto a la madre, está la familia de Miguel: su papá Néstor Alberto, fallecido en 2022; sus hermanos Guillermo, Diana, Silvina y Paola (estas dos son las mellizas), a los que se sumaron yernos y nietos. Luego esos voluntarios que menciona Rosa, entre los que se destacan Laura Sottile, Jorge Jaunarena, Alberto Mendoza (Asociación Civil Miguel Bru) y Lucas Mac Guire (Casa de Cultura y Oficios Miguel Bru), por nombrar unos pocos. Porque la batalla que pelean involucra a todo el pueblo platense y argentino.

Rosa Bru con Estela de Carlotto, León Gieco y otros el 22 de mayo en el Teatro Argentino de La Plata (foto de la AC Miguel Bru).

«Tenemos a Mirna, compañera de Andrés Núñez, también desaparecido por la Policía», evoca Rosa desde el micrófono a otro damnificado local, que fue muerto en 1990; «me acuerdo cuando estábamos en la Escuela de Periodismo y vino, tarde, un muchacho y nos dice que el hermano estaba desaparecido por la Policía ¿Quién era el desaparecido? Andrés Núñez; ¿Quién era el juez que tenía la causa? Amílcar Vara; se acercó nuevamente al cabo de algunos días; dijo que lo habían torturado nueve horas y media en la Comisaría Quinta…».

«…Que uno de los torturadores se identificó; le dijo ¿Me conocés? Mirame bien, soy Ábrigo; que después fue condenado a prisión perpetua por ser el asesino de Miguel», refiere el juicio efectuado en 1999, que resolvió el caso Bru en sus pormenores básicos, aunque quedaron cabos sueltos y varios responsables amparados en la impunidad; «¿Quién era el juez de estos tres sumarios y 24 más, en los que estaba la Policía, que después fue investigado? Amílcar Vara; no nos tenemos que olvidar nunca de ese nefasto nombre».

Rosa Bru en el 32 aniversario, frente de la Comisaría Novena de La Plata (foto de Gabriela Hernández).

Amílcar Benigno Vara, que actuaba como titular del Juzgado en lo Criminal y Correccional 7 de La Plata, fue destituido en 1998. Un Jurado de Enjuiciamiento lo sancionó por encubrimiento, prevaricato, abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público en 27 expedientes, entre ellos los de Bru y Núñez. Era un socio de la incipiente Maldita Policía, tan maldita como alevosa. La patota que liquidó a Núñez enterró el cuerpo en un campo cuidado por un sobrino de Pablo Gerez, policía al mando de la operación criminal, que permanece prófugo.

«¿De quién me olvidé?», concluye Rosa de pronto mirando a uno de sus escoltas en la radio abierta, que la tranquiliza; «bueno, desde ya muchísimas gracias y aguante la Facultad de Periodismo; los amo», se despide entregando el micrófono; «¡Miguel Bru…!», emerge, pulverizando otra vez el frío de la noche, una voz femenina juvenil; «¡presente!», responde el gentío; «¡Miguel Bru…!», reitera quien incoa; «¡presente!»; «¡Miguel Bru…!»; «¡presente!»; «¡ahora…!»; «¡y siempre!»; «¡ahora…»; «¡y siempre!»; «¡ahora…»!; «¡y siempre!».

Un aplauso cerrado llena la atmósfera. «Vamos a continuar la búsqueda de mi hijo hasta encontrarlo», se empeña Rosa al cabo de algunos minutos conversando con Mónica y Jorge Gómez, padres de Iván, víctima vial, mientras otros concurrentes se acercan a la esquina, donde la familia Bru reparte choripanes cocinados allí mismo en una parrilla improvisada sobre el asfalto. El aroma a carne asada y el humo son esparcidos por la misma brisa que hace flamear una pancarta blanca gigante sostenida por dos astas: «¿Dónde está Miguel?».