Oscar Castellucci: «Venir a la biblioteca de Martín es acercarse a la luz»

23/10/2024

Su hijo, que el 19 de octubre hubiera cumplido 38 años, da nombre al espacio de promoción de la lectura del Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza, barrio La Florida, San Francisco Solano, partido bonaerense de Quilmes. El joven tenía 20 cuando en 2006, al salir en defensa de un amigo, murió tras ser golpeado por un patovica en un boliche de Lanús.

«Uno a través de tantos años va sufriendo más decepciones que alegrías; vivimos un momento difícil, duro y complejo; un contexto del que hablaban hace un instante los chicos a través del cuento que leyeron [El Principito, de Saint-Exupéry]; se quedaban cortos; un efecto de ese mundo complicado es el asesinato de Martín, por lo que nosotros lo padecimos en carne propia; frente a esas situaciones uno tiene dos alternativas, se queda quieto y el devenir le pasa por encima o camina; la vida es como una bicicleta, si uno deja de pedalear se cae; la cuestión es seguir e ir encontrando con quiénes construir juntos».

Oscar Castellucci se planta como el guerrero que al cabo de mil batallas habla con la voz de la experiencia. El marco de su reflexión es la biblioteca popular que lleva el nombre de su hijo, en el Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza, barrio La Florida, San Francisco Solano, partido bonaerense de Quilmes. El joven, que el día del acontecimiento que narra esta crónica, 19 de octubre, hubiera cumplido 38 años, tenía 20 cuando el 2 de diciembre de 2006, al salir pacíficamente en defensa de un amigo, murió golpeado de manera homicida por un patovica en la discoteca La Casona de Lanús.

Esta postal exhibe a Oscar luego de su intervención. El dueño del testimonio sonríe abrazando a Norma González, fundadora de la iniciativa asistencial, y parado junto a un montón de niños que sostienen una bandera verde con la frase: «Martín presente». El muro posterior hace de pantalla de un video institucional que acaba de proyectarse. «El 6 de julio de 2013», alcanza a leerse, «en el Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza inauguramos nuestra Biblioteca Popular Martín Castellucci». Es el mismo audiovisual que más abajo ilustra el desarrollo del presente relato con el título «Emotiva cita…».

«Es un nuevo aniversario de la biblioteca que lleva el nombre de Martín», sigue el disertante; «para nosotros es un orgullo que hagan este trabajo; en tiempos difíciles, en un mundo poco solidario, poder estar en un sitio donde uno vive tantas emociones y experiencias extraordinarias es como acercarse a la luz; es un momento realmente lindo y en este contexto es un acto muy amoroso de resistencia; el Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza es un lugar maravilloso que trabaja solidariamente con pibes del barrio desde el punto de vista alimenticio y también desde el espiritual; es tan importante una cosa como la otra».

«Estamos celebrando lo que sería el cumpleaños número 38 de Martín; una vida de la que pudo vivir solamente 20; uno tiene que buscar caminos para el recuerdo, los festejos, las celebraciones; como no lo tenemos físicamente, estar acá nos parece fantástico; esta casa tiene una imagen de el con la frase el árbol dio sus frutos; entre los frutos de Martín se encuentra esta iniciativa, que como comprobamos se lleva a cabo con tanto amor; es una forma de mantener viva su memoria, de estar con el; como en la vida cotidiana; el cumpleaños de las personas es todos los días; para nosotros Martín está presente a cada instante; pero se merecía un espacio como este, con el afecto y el cariño que recibimos nosotros cuando venimos».

Aunque el homicidio del hijo de Oscar abunda en indicios de alevosía y responsabilidad institucional, nadie permanece en la cárcel. José Segundo Linqueo Catalán, el atacante, boxeador amateur, cumplió su condena de manera parcial. Los policías Guillermo Guzmán y Cristian Messina, cómplices, recibieron castigos excarcelables. Atilio Amado, titular del boliche, quedó sobreseído. La familia donó los órganos del extinto, que viven en dos personas, y creó la Asociación Civil Martín Castellucci, que impulsó la Ley Nacional 26.370, sancionada en 2008 para regular el desempeño de los llamados patovicas.

«A Martín lo asesinaron en Lanús, nosotros vivimos en la Capital Federal y este lugar se dio de manera impensada; la vida nos encontró en el camino haciendo tareas para mantener viva la memoria de nuestro hijo; proyectos que realizamos como asociación civil; un día el destino nos trajo a Solano; todavía no existía físicamente el centro de día; se reunían en una parroquia que está a dos cuadras de aquí; nos encontramos, charlamos; si no me equivoco, trajimos un mago la primera vez y compartimos su animación con los chicos; después, caminamos a la par; eso es la vida, caminar al lado del otro, construir juntos».

La foto desplegada a continuación muestra a Oscar acompañado por su esposa Ana, mamá de Martín y sus tres hermanos (el fallecido era el menor), y por Oscar Merlos, amigo y colaborador. La escena fue el 2 de diciembre de 2023 durante un aniversario del crimen. El acto se llevó a cabo en el Museo de Arte Contemporáneo del Sur, partido de Lanús, que conserva un mosaico con el rostro de la víctima. Se trata de un predio cercano al edificio donde funcionaba la discoteca La Casona. Participaron además Agustín Balladares, presidente del Concejo Deliberante local, y Leonardo Calcagnini, experto en nocturnidad, entre otros.

«Apareció la posibilidad del centro; nosotros los acompañamos», agrega Castellucci; «en la primera etapa muy activamente; en un momento de ese recorrido, de esa historia decidieron crear una biblioteca; aportamos lo que podíamos, desde libros hasta estantes y otras cosas que hacían falta; entonces, los chicos mismos decidieron ponerle el nombre de Martín; eso para nosotros no era una condición; la única premisa era establecer el espacio y de alguna manera disponer condiciones muy chiquititas para que se pudiera generar desde los mismos pibes del barrio, desde su propio hábitat un mundo un poco mejor».

La que sigue es otra foto memorable, más reciente. Fue registrada el 18 de septiembre. Jorge Mario Bergoglio suelta la carcajada sin cuidarse del protocolo ante alguna ocurrencia de Oscar, que lo saluda con afecto en la Plaza de San Pedro. «La vida a veces te golpea y a veces te da posibilidades maravillosas», comentará Castellucci en Facebook. «Como la del miércoles pasado, en el Vaticano, de poder saludar e intercambiar unas palabras con nuestro Papa Francisco», evocará. «Al poder estrechar su mano, sentí que todavía nos queda alguna oportunidad de hacer realidad esa prédica de amor por el otro».

«No hay nada casual; recién me preguntaba alguien cómo nos encontramos», continúa el padre de Martín delante de los chicos del hogar; «un día vinimos no sé por qué; ni siquiera existía este lugar en el que estoy hablando ahora; estaban en la parroquia de acá a la vuelta; empezamos a caminar juntos porque íbamos para el mismo lugar; pasaron muchos años, esto creció; algunos conocen la historia, están acá desde el principio; es portentoso lo que hacen; cada año que vengo está más hermoso; es increíble; cuando los conocimos, esto no existía; cómo han crecido y hecho de este ámbito algo genial da fuerzas para seguir».

«Quiero decirles, como hago todos los años, gracias; yo soy en general bastante charlatán, pero en este momento se me hace un poco más difícil; la verdad es que ha sido muy hermoso todo; hace 18 años que con la familia, con amigos y con gente que conoció a Martín venimos peleando para tratar de modificar las condiciones que llevaron a su asesinato; cuando uno hace un balance encuentra más fracasos que éxitos; hay que aferrarse de los pequeños logros para seguirla peleando; una de las cosas maravillosas que nos pasaron a lo largo de esta travesía fue el encuentro casual, entre comillas, con Norma y su equipo».

«Nadie puede tener grandes expectativas en el futuro, pero de lo que no podemos tener dudas es de que no nos podemos rendir; estamos acá para resistir y tratar de hacer un barrio, una provincia, un país y un mundo mejores; no sé cómo va a ser lo que viene de ahora en adelante, pero lo que no podemos es dejar de hacer esto que estamos haciendo; les agradezco mucho; cuando recién repartieron unos papelitos me tocó uno que dice sé fuerte; les prometo que voy a tratar de cumplir», concluyó emocionado. «Martín…», se escuchó la voz de Norma González; «¡presente!», respondieron los niños al unísono; «Martín…», insistió ella; «¡presente!», contestaron otra vez a coro; «Martín…», reiteró; «¡presente!».