Norma González: «Sabemos que a pesar de todo Martín nos sigue sonriendo»

24/10/2024
por Lucio Casarini
Es fundadora del Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza, barrio La Florida, San Francisco Solano, partido bonaerense de Quilmes. Su frase se refiere al hijo de Oscar Castellucci (con ella en la foto), que da nombre a la biblioteca popular del proyecto. El joven, que el 19 de octubre hubiera cumplido 38 años, tenía 20 cuando murió golpeado por un patovica.
«Estamos en este 19 de octubre celebrando once años de nuestra querida biblioteca popular, que lleva el nombre de Martín Castellucci; fue un regalo que los chicos nos hicieron cuando quisieron ponerle este rótulo, sabiendo la historia de vida que tuvo; volvemos a conmemorar su legado; todo fue por una capacitación que hizo una de nuestras referentes; recibíamos niños que carecían de libros en sus casas; pensamos que siempre es bueno que los derechos se cumplan; dijimos vamos a hacerlo; para que tuvieran su propio espacio; para que pudieran aprender a leer y soñar a través de la magia de los libros».
Norma González es una madre versión recargada, porque tiene los chicos que llevó en la panza y muchos otros que ha gestado con el corazón. Es fundadora del Centro de Día Nuestra Señora de la Esperanza, barrio La Florida, San Francisco Solano, partido bonaerense de Quilmes. Donde funciona la Biblioteca Popular Martín Castellucci, nombre de una víctima de la violencia. El joven, que el día del acontecimiento que narra esta crónica, 19 de octubre, hubiera cumplido 38 años, tenía 20 cuando el 2 de diciembre de 2006 murió golpeado de manera homicida por un patovica en la discoteca La Casona de Lanús.
«Había que ponerle un nombre; todo proyecto tiene uno; la propuesta fue elegir el de alguien que hubiera impactado en sus vidas, que les hubiera dejado alguna enseñanza; pensamos varios posibles; se fue a votación y los chicos seleccionaron el de Martín Castellucci; lo esencial es invisible a los ojos; en eso creemos; en el milagro del amor, en la fuerza de los abrazos, en encontrarnos para escucharnos y darnos una sonrisa; creemos en la justicia, por eso tenemos memoria; tenemos memoria de Martín, porque sabemos que a pesar de todo nos sigue sonriendo cada vez que lo nombramos».
«Café literario temático», presenta la siguiente invitación. «Celebramos los 10 años de la Biblioteca Popular Martín Castellucci. Sábado 19 de octubre, de 11 a 14. Te esperamos!». Oscar, el papá del susodicho [Ana, la mamá, no pudo asistir], expresó palabras emocionadas. En la primera foto grupal de esta crónica sonríe abrazando a Norma y parado junto a un montón de niños que sostienen una bandera verde con la frase: «Martín presente». El muro posterior hace de pantalla de un video que acaba de proyectarse. Es la misma película que abajo ilustra el presente desarrollo con el título «Emotiva cita…».

«Eso solo se siente con el corazón, es invisible a los ojos», sigue el testimonio de Norma, tomando palabras de la obra El Principito, de Saint-Exupéry, que los chicos acaban de actuar; «agradezco un montón en estos tiempos que son difíciles, complicados; cada familia deja el sábado para sus cosas personales, sus compromisos; hoy el centro estuvo lleno; es una alegría que puedan estar acá; agradezco a los chicos que dejaron otras cosas; también al equipo socioeducativo, que se puso al hombro un montón de responsabilidades; estuvo muy lindo; asimismo al grupo de jóvenes; voy a pedir que vengan; uno camina, como decía Oscar, pero el cuerpo no aguanta; hay que parar un poco; por suerte me tocó un grupo que se la banca».

Aunque el homicidio del hijo de Ana y Oscar abunda en indicios de alevosía y responsabilidad institucional, nadie permanece en la cárcel. José Segundo Linqueo Catalán, el atacante, boxeador amateur, cumplió su condena de manera parcial. Los policías Guillermo Guzmán y Cristian Messina, cómplices, recibieron castigos excarcelables. Atilio Amado, titular del boliche, quedó sobreseído. La familia donó los órganos del extinto, que viven en dos personas, y creó la Asociación Civil Martín Castellucci, que impulsó la Ley Nacional 26.370, sancionada en 2008 para regular el desempeño de los llamados patovicas.
«Invito a Agui, Mariana, Agustina, Blanca, Karen y Mariano», concluye Norma su intervención, dirigiéndose a los colaboradores más jóvenes del centro de día; «se pasaron toda la noche arreglando el lugar, no durmieron todavía, con el objetivo de que fuera un espacio lindo, amplio y adornado; mi agradecimiento a ellos», les sonríe mientras se acercan; «me puedo jubilar dentro de poco, porque tengo gente que puede continuar», bromea; «Martín…», indaga de pronto; «¡presente!», le responden los niños al unísono; «Martín…», insiste; «¡presente!», contestan otra vez a coro; «Martín…», reitera; «¡presente!».