María Merino: «Voy a seguir adelante por las dos nietas que me quedaron»

12/9/2024
por Lucio Casarini
Perdió a dos hijos en dramas diferentes en Santa Rosa, La Pampa. Jorge murió atropellado por un automovilista que según testigos iba usando el teléfono celular. Marianela fue víctima de su pareja, un militar que le gatilló tres veces y se suicidó. La voz del testimonio, integrante de la Fundación Estrellas Amarillas, reclama verdad y justicia en los dos casos.
«Yo no quería seguir; una nieta vino y me dijo abuela ¿vos también me vas a dejar?; tuve que luchar por ellas y voy a continuar por ellas, por las dos nietas que me quedaron; mi hijo me dejó una nena de cinco meses; mi hija una de 13 años; es muy feo todo lo que estamos pasando; lo que vivimos los familiares de las víctimas es realmente muy doloroso; les pido disculpas, la verdad es que me hace mucho mal, es la segunda vez que hablo [en público]; tengo que mantenerme fuerte por ellas; una nieta me dice abuela no quiero que te pase nada, quiero que seas eterna; tengo que seguir adelante por ellas».
El relato de María Rosa Merino estremeció a los presentes en el Teatro España de Carmen de Patagones. La mujer, rodeada por más parientes de extintos de toda la Argentina, contó su experiencia como madre de Jorge y Marianela, damnificados de episodios diversos ocurridos en su ciudad, Santa Rosa, provincia de La Pampa. Durante una jornada de concientización para estudiantes secundarios. Dentro del Segundo Encuentro Patagónico de Estrellas Amarillas, desarrollado entre el 21 y el 23 de agosto en esa urbe del extremo sur bonaerense y su gemela, Viedma, situada al otro lado del Río Negro.
«No me puedo recuperar de ese 30 de agosto», recordó la tragedia de Jorge Soler Merino; «no me lo voy a olvidar nunca; mi hijo me dijo poné la pava, mamá, voy a comprar y vuelvo; pero no volvió más; me llamaron por teléfono; lo llevaban en ambulancia; iba con un nieto que [a través del celular] me decía abuela, se muere el tío…; llegó al hospital; la ambulancia transportaba a otro accidentado, los pusieron juntos; no me pudieron cargar; un vecino que estaba mirando me arrimó; cuando llegué [los médicos de emergencias] me dijeron lo tenemos que operar de la cabeza, porque se nos muere».
«Mi teléfono empezó a sonar», evocó el momento en que, años después, le informaron el horror que se llevó la vida de Marianela Vega Merino; «era mi otro hijo; me pidió mamá, vení al departamento, el cobarde la mató; en el medio de gritos; yo no entendía dónde era, si en la casa de el o de mi hija; una compañera de trabajo me llevó; no pude verle ni siquiera la cara, porque le dio tres tiros y el muy cobarde se metió uno; era militar, había robado el arma, supuestamente; me la destrozó; la tuvimos que velar a cajón cerrado; fue muy doloroso; es el día de hoy que miramos las fotos y no lo podemos creer».
La fallecida, de 30 años, dormía en su domicilio, un departamento monoambiente, cuando fue acribillada con un Fusil Automático Liviano (FAL) por Elías Funes, de 41, sargento del Regimiento 12 del Ejército Argentino. Ocurrió el 28 de marzo de 2022. El energúmeno era novio de la víctima y de inmediato se quitó la vida con el mismo arma. La perplejidad de la noticia se multiplicó porque tres días antes había ocurrido una pesadilla parecida en la misma ciudad de Santa Rosa. Susana Muñoz, de 51, había sido baleada fatalmente por Antonio Boland, policía federal que luego también se suicidó.
«Es el día de hoy que espero su llamado, tanto de mi hijo como de mi hija», reveló la testimoniante, al borde de las lágrimas, ante un centenar de alumnos secundarios; «ninguno de los dos obtuvo justicia», aclaró; «cuando tenía ganas de hablar, me sonaba el teléfono; me decía mamá, qué hacías, dormías; no hijo, qué pasó; quería hablar, escucharte [respondía el]», contó respecto de Jorge; «la persona tiene plata, pudo pagar para que todo se tape y quedó en la nada», denunció sobre quien lo atropelló; «por favor, si ven a alguien que maneja con el celular o tomado, traten de pararlo, yo no pude».
María Rosa integra la Fundación Estrellas Amarillas, entidad que lidera la prevención vial en el territorio pampeano. Silvia Beatriz González, la presidenta, es mamá de Sacha Viguera, niño de siete años muerto por otro criminal al volante. Los astros dorados de cinco puntas, símbolos de las víctimas de la violencia vehicular en la Argentina, se encuentran reconocidos por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, que promueve su colocación en los hitos en los que alguien pierde la vida. La Organización Mundial de la Salud considera el flagelo entre las diez principales causas generales de mortalidad.