Adrián Moreno: «Si una sola persona es dañada, eso no es periodismo»

21/10/2024

Es porteño de nacimiento y rionegrino por adopción. Vive en Viedma, donde coordina Radio Nacional. Es autor de varios libros investigativos: Nos dieron de comer mierdaDañar informandoSin justiciaLa Justicia se manchó con pintura. También de obras de ficción: Infinito – Crónicas anticipadas de la pandemia, La sangre de la mariposa y El pene de la Gioconda.

«Siempre tiene que estar la ética; como dice García Márquez, la ética es al periodismo como el zumbido al moscardón; o sea, no hay un periodismo ético y otro no ético; sin ese atributo, no es periodismo; ahora, esto no es una ciencia exacta, con lo cual habrá un sector que piensa de una forma y otro de otra; contar una historia refiriendo lo que pasó y hacerlo desde los actores, los que intervinieron; no desde el ombligo del informador, sino desde las personas; eso es periodismo».

Mientras habla levanta por momentos las cejas que contornean sus párpados abultados bajo la visera de la gorra. Sus ojos castaños evidencian agudeza y picardía. El timbre de su voz sugiere un ánimo vital, curtido, campechano, apasionado e inconformista. Adrián Moreno nació en 1967 en la Capital Federal, donde se inició en el oficio. En 1999 se dejó cautivar por la Patagonia y emigró a Río Negro. Se afincó en Bariloche y luego El Bolsón, reporteando para medios gráficos, radiales y televisivos. Desde 2022 reside en Viedma, al otro extremo de la provincia, donde es coordinador de Radio Nacional.

«Todo lo otro, aún cuando una sola persona haya sido dañada, no es periodismo», continúa en el audio de esta nota; es una charla con Marcos Gallardo, colega de FM 105.5, de El Bolsón, publicada por la emisora en Facebook como video; «si en una sociedad el trabajo de alguien que escribe, que hace radio, que publica en un sitio digital o en televisión, perjudica a al menos uno, eso puede ser cualquier cosa, menos periodismo; tomo a García Márquez por la preponderancia que le ha dado a la ética; ha ejercitado una mirada crítica; dice que la mejor noticia no es la que se cuenta primero, sino la que se cuenta mejor».

Su rutina cotidiana como profesional de prensa lo fue sumergiendo en asuntos espinosos. Descalabros de todo tipo. La toma de tierras, la ludopatía, la discapacidad o la pobreza extrema, por ejemplo la de quienes viven de la basura. Consciente de la caducidad de la noticia diaria, ha realizado una serie de libros investigativos que aspiran a trascender la vorágine del corto plazo: Nos dieron de comer mierdaDañar informandoSin justiciaLa Justicia se manchó con pintura. También es autor de obras de ficción: Infinito – Crónicas anticipadas de la pandemia, La sangre de la mariposa y El pene de la Gioconda.

«De dónde viene la primicia», retruca a modo de pregunta retórica, ante un planteo de su entrevistador sobre el arte noticioso; «en algunos pueblos está esa cosa de salir corriendo para contarlo primero; viene de las redacciones históricas, cuando el diario cerraba a las doce de la noche y se imprimía; hasta las ocho podía llegar el reportero con la supuesta exclusiva; si no, no entraba en la edición; por eso se corría; hoy el celular y toda la tecnología permiten que circule la información de otra forma; no sé si lo podemos llamar periodismo; aunque si se agrega un poco de técnica y ética, sí se puede hablar del oficio».

Sus crónicas de largo aliento indagan tópicos que han desvelado la opinión pública rionegrina. Nos dieron de comer mierda expone irregularidades en programas alimentarios destinados a espacios escolares y centros asistenciales entre 2004 y 2010. Dañar informando cuestiona la tarea de los medios masivos de comunicación en el brote de hantavirus de 2019. Sin justicia desmenuza la escandalosa trama procesal del expediente sobresueldos o adicionales, un enredo destapado en 2011. La Justicia se manchó con pintura describe el desvío de fondos públicos para la propaganda partidaria; revela un vergonzoso manejo tribunalicio que vincula justicia y política; de manera que la primera se diluye como garante de la democracia.

«Con todo lo que se le pega al periodismo; de un lado o del otro; que es esto, que es aquello; qué se yo…; siempre va a haber, porque es parte de la humanidad, personas que quieran contar algo que pasó; con técnicas y tecnologías actuales o históricas; ese que se inspira y tiene vocación de narrar lo que sucedió es alguien que llamamos periodista; hoy y dentro de 50 años», sintetiza y su interlocutor recuerda la clásica distinción entre los pergaminos y el compromiso profesional; «dicen», levanta Moreno de pronto las cejas con una sonrisa, «que hay gente que tiene título universitario y no aprobó jardín de infantes».

La foto que continúa muestra a Adrián en un trance jovial con Luis Albornoz, un gran amigo que recientemente se retiró de su trayectoria como enfermero en el Hospital de El Bolsón. El hombre es fundador del grupo Justicia Comarca, que une a familiares de damnificados de distintas formas de violencia. Matías, el único hijo de Luis, tenía 23 años cuando en 2016 fue fusilado por asaltantes mientras circulaba a bordo de un vehículo trabajando como remisero. Ocurrió en Lago Puelo, al otro lado del límite con la provincia de Chubut. El crimen conmocionó la zona y derivó en la condena de dos sujetos.

«Alguien dijo que escribir un libro es como tener un hijo; es un poco así, verdaderamente; cuando das a conocer una obra es como presentar a tu criatura en sociedad; ves que se acerca la gente a la que realmente le interesa; el público pregunta, se genera un diálogo; he tenido muchas presentaciones de Dañar informando y de Sin justicia; siempre se da una conversación amena; a veces con muchos asistentes; he tenido conferencias con un centenar de personas, con 20, con 50; hace poquito expuse Sin justicia en la Biblioteca de la Legislatura de Río Negro; se dio un escenario buenísimo; es gratificante».

La siguiente estampa muestra a Moreno junto a un retrato de Gabriel García Márquez en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia. Es un recuerdo de la visita de la voz del testimonio a la Fundación Gabo, creada por el fallecido cronista. El otro personaje de la instantánea es Jaime Beltrán, responsable de prensa de la entidad. En las manos de este puede divisarse un ejemplar de Sin Justicia. «El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad», se emocionó alguna vez el Nobel de Literatura. «Es el mejor oficio del mundo».

«Creo que lo óptimo que se puede hacer, una vez que está el libro terminado», replica Adrián a otra pregunta de Marcos Gallardo; «que pasaste los momentos de angustia, de lucha con uno mismo; porque te levantás a la mañana y decís mirá la boludez que escribí; empezás a corregir todo; a continuación llegás a la editorial, que tiene que revisar también; después de transcurrir todo ese periplo, intercambiar con otras personas es relindo y yo lo disfruto mucho».

«Dentro de poquito saldrá La Justicia se manchó con pintura; con ese nos vamos a reír mucho», ironiza; «aborda un expediente donde se examina a dos acusados de usar recursos públicos para pintar un cartel de la política; lo digo con la mejor palabra: es la locura; no analizo a las personas; lo que fueron, lo que son o lo que serán; la locura de lo que significó el proceso contencioso; uno dice esto es la Justicia; te puedo asegurar que te tiemblan las piernas; por otro lado, Sin justicia en la actualidad está en la Corte Suprema de la Nación como elemento de prueba de lo que fue ese sumario, también paupérrimo».