Raúl Morales: «Queremos que Cromañón sea un lugar de concientización»
1°/1/2024
por Lucio Casarini
El papá de Sofía Victoria, adolescente que perdió la vida en la tragedia del boliche de Once, habló en la Plaza de Mayo al cumplirse el 19 aniversario del drama. Con al menos 194 muertos y miles de heridos, el incendio ocurrido el 30 de diciembre de 2004 es la mayor hecatombe del rock en todo el mundo. Las organizaciones de víctimas reclaman que se concrete la expropiación establecida en 2022 por el Congreso de la República. Una aspiración compartida por muchos es que se convierta en museo histórico nacional. Un paso fundamental suplementario es un fondo de reparación. Estos peldaños coronarían la batalla judicial e institucional apoteósica de los afectados.
«Buenas tardes a todos; gracias por estar, gracias por acompañar; no saben lo que valen para nosotros esas miradas y esos abrazos», se presentó Raúl Morales en el escenario montado junto a la Pirámide de Mayo, ante una multitud compungida. Es papá de Sofía Victoria, que tenía 17 cuando falleció en el boliche del barrio de Once. Dos hermanos de la chica se encuentran entre los sobrevivientes. «En estos 19 años que ya transitamos desde ese desgarrador 30 de diciembre de 2004, salimos a las calles buscando ser oídos, porque conocimos la injusticia de perder algo profundamente amado».
«Sabíamos que sus muertes eran perfectamente evitables», continuó de pie en uno de los dos micrófonos disponibles; a su lado se erguía Silvia Bignami, mamá de Julián Rozengardt, de 18 al convertirse en presa de la misma infamia. «Nos buscamos, nos abrazamos, nos escuchamos y también lloramos juntos. Con nuestra voz ronca de gritar, queremos transmitir nuestra queja, nuestro ruego por justicia. Muchos, como ustedes que están aquí presentes, nos entendieron, nos apoyaron, nos acompañaron con esa empatía que solo las personas de corazón abierto pueden brindar. No queríamos venganza, pretendíamos justicia».
«El cantautor, guitarrista, poeta y político cubano Silvio Rodríguez nos dice en su canción La masa: Si no creyera en la balanza, en la razón del equilibrio, si no creyera en el delirio, si no creyera en la esperanza…».
«La esperanza por justicia tiene varios capítulos. Primero fue el Gobierno de la Ciudad, consiguiendo la destitución del inútil con mayúscula de Aníbal Ibarra. Después llegaron los juicios a los bomberos que vendían certificados truchos para permitir habilitar locales. Luego les llegó la hora a los responsables directos de la masacre; gran parte de ellos recibieron una condena que ya fue cumplida. El poder judicial se expidió».
«Por último, no hay que olvidarse de Roberto Calderini, que fue el inspector del Gobierno de la Ciudad que en el año 1997, con falsedad ideológica y cohecho, permitió que funcionara El Reventón, local de baile que precedió a República de Cromañón y que nunca debió haberse habilitado. Tiene sentencia, pero sin condena firme aún ¿Quedamos conformes? No. Muchos dirán y ahora ¿qué quieren hacer, qué es lo que pretenden? Queremos el arrepentimiento, el reconocer el terrible error que cometieron y el pedido de perdón que casi ninguno manifestó. Creemos que la justicia es reparadora cuando se llega al perdón del que se equivocó. Porque nos daría la posibilidad a los familiares y sobrevivientes de también perdonar».
«Si no creyera en los más duro, si no creyera en el deseo, si no creyera en lo que creo, si no creyera en el futuro…».
«Creemos que estamos aquí para decir que seguimos de pie. Creemos que la memoria no debe borrarse, como hizo uno de los máximos responsables, Rafael Levy, el dueño del hotel y el microestadio, que al cumplir la condena recibió de manos de la Justicia las llaves de su propiedad, procediendo al irresponsable e insensible retiro de aquellos elementos que todavía existían en el lugar y a realizar reformas internas, borrando de las paredes todo rastro de lo que fue aquella noche. La memoria no se borra, la memoria no se tapa».
«Creemos que si logramos una ley de expropiación para formar un espacio de memoria estamos confirmando que nuestra lucha sigue teniendo un sentido. Creemos que nuestros hijos, familiares, sobrevivientes y amigos contarán con un ámbito de recordación. Pero fundamentalmente un lugar para la concientización».
«Si no creyera en quien me escucha, si no creyera en lo que duele, si no creyera en lo que quede, si no creyera en lo que lucha… «.
«Creemos que nuestra lucha va a ser larga. Tanto familiares como sobrevivientes tenemos fuerza para seguir adelante, no nos van a doblegar tan fácilmente. Serán tiempos duros, se vienen tiempos duros. Seguiremos en las calles, en las escuelas, en los parques y en todo espacio público que cuente con personas como ustedes, que desean conocer la verdad y que anhelan cuidar a sus hijos de tanta gente inescrupulosa que por solo afán de lucro negocia con vidas inocentes para provecho propio. Si no creyera en lo que lucha, no estaríamos aquí».
«Por último, queremos agradecer a todos los que creyeron y se solidarizaron con nuestros reclamos. Tanto de distintos espacios políticos como sociales y artísticos. Agradecemos nuevamente a todos los aquí presentes por el tiempo brindado, su afecto y su comprensión. Abrazamos a todos aquellos familiares y sobrevivientes que hoy nos miran desde algún lugar celestial. Por suerte hoy tenemos música. Ayer se hizo escuchar en el santuario de Once. La murga nos va a hacer vibrar con sus tamboriles y redoblantes, para acompañarnos en la marcha con ese grito que nos sale desde el alma hace ya 19 años. Silvia…».
«Los pibes de Cromañón…», exclamó su compañera de escenario; «…presentes», respondió el público al unísono; «los pibes de Cromañón…», repitió la mamá de Julián Rozengardt; «…presentes», volvió a escucharse la contestación colectiva; «sobrevivientes de Cromañón…»; «…presentes»; «familiares, sobrevivientes y amigos en lucha…»; «…presentes»; «ahora…»; «…y siempre»; «ahora…»; «…y siempre»; «ahora…»; «…y siempre»; «¡venceremos!», concluyó Silvia Bignami; «¡venceremos!», le replicó el eco grupal.
Una batalla apoteósica
Convertir en espacio de homenaje el inmueble donde ocurrió la barbarie es uno de los mayores desafíos pendientes. Un paso fundamental suplementario es crear un fondo de reparación. Estos peldaños coronarían la batalla judicial e institucional apoteósica desarrollada por los afectados de la mayor hecatombe de la historia del rock en todo el mundo, con al menos 194 muertos y miles de heridos. La polémica sobre estas cifras es uno de numerosos debates abiertos.
Como principales culpables materiales fueron sentenciados Omar Chabán, gerente del predio (muerto en 2014); Rafael Levy, propietario; Diego Argañaraz, mánager de Callejeros; y Carlos Díaz, subcomisario. El máximo responsable político es Aníbal Ibarra, jefe de Gobierno de la Ciudad, que fue destituido.
Otros convictos son los músicos: Patricio Fontanet, cantante, Maximiliano Djerfy, Elio Delgado, Cristian Torrejón, Juan Carbone y Eduardo Vázquez, baterista. Este sumó la cadena perpetua por el crimen de su esposa, Wanda Taddei, perpetrado en 2010; la roció con alcohol y prendió fuego durante una discusión. Más castigados por el desastre del boliche: Fabiana Fiszbin, Ana María Fernández, Gustavo Torres y Roberto Calderini, funcionarios porteños; Rubén Fuerte y Luis Perucca, empresarios; Alberto Corvellini, Marcelo Nodar y Marcelo Esnok, integrantes de Bomberos de la Policía Federal.
«Luz que fortalece»
«Por todos aquellos que ya no están, por los que sí están y por los que vendrán», invocó Raúl Morales durante la misa celebrada un rato antes en la catedral de Buenos Aires; leyó las palabras en nombre de todos los afectados. «Te pedimos, Jesús amigo, que nos ayudes a mantener encendida siempre la luz de la esperanza; luz que fortalece, luz que guía nuestras vidas; aunque soplen vientos fuertes que nos hagan dudar o debilitar, esa llama no se apagará, iluminando siempre nuestros corazones. Virgencita María, que fuiste eterna compañera en los momentos difíciles de nuestras vidas, nunca nos abandonaste».
«Envía tus gracias para que podamos dar ayuda a los hambrientos de fe, a los niños necesitados de atención, a aquellos que sufren injusticias, a las mentes y cuerpos enfermos, a los que están confundidos por la avaricia y el poder», continuó el papá de Sofía. «Que la esperanza sea nuestro escudo para dispersar nuestros temores y angustias, y así disfrutar de paz en nuestras almas. Fortalécenos y enséñanos a lograrlo para poder ser testigos de la grandeza espiritual que nos da la esperanza. De la mano de María, Jesús, ángeles del cielo, sabemos que están de nuestro lado indicándonos el camino correcto del perdón y la solidaridad. Sentimos esa mano, tan solo les pedimos poder tomarla».