Lorena, mamá de Eva Quiroga Alfaro: «Ella por siempre será mi sol eterno»

22/1/2023

por Lucio Casarini

«Decidí integrarme al Ni Una Menos y marchar, pedir justicia por los femicidas y hacernos escuchar; muchas veces salimos con los carteles con Eva: nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo; o letreros: somos las voces de las que ya no están; no faltábamos a ninguna marcha; cada reunión que se hacía, reunión que estábamos; cada charla del feminismo, ahí firmes Eva y yo, comprometidas con la causa de la lucha de todas y todos; actualmente lo sigo haciendo, obvio, pero ahora llevo un cartel con la cara de Eva y pidiendo por ella, para que su asesino, más allá de que le hayan dado seis años de prisión, pague; en el momento que le aplicaron el castigo, yo le dije a el que iba a seguir sosteniendo su condena social y es lo que pienso hacer el día que salga».

Evangelina Quiroga Alfaro tenía siete años cuando el 12 de febrero de 2021 murió atropellada por un automóvil VW Gol Trend excedido de velocidad en el barrio San Martín de la ciudad de Mendoza. La niña iba de la mano con Nancy, la abuela, hacia el trabajo de Lorena, la mamá. La mujer se salvó de manera milagrosa. El conductor, Jonathan Cerón, alias Chucky o El Morocha, huyó del lugar. Las autoridades lo declararon prófugo y la familia de la víctima salió a reclamar su detención.

El criminal se entregó al cabo de cinco días como consecuencia de la trascendencia pública del caso. Durante el juicio, fue examinado por homicidio culposo agravado por el hecho de que se escapó, figura que prevé una pena de tres a seis años de cárcel. El tribunal le aplicó el máximo de ese castigo más una década de inhabilitación para manejar. Los Quiroga Alfaro continúan reclamando que lo sancionen por asesinato simple con dolo eventual, con un escarmiento de ocho a 25 años.

Los padres de Eva, como llaman a la niña, son personas sencillas que perdieron a su única hija. La tragedia los dejó destrozados, vacíos, atónitos. Habían asumido el nacimiento de la pequeña como un portento, porque los médicos habían diagnosticado que nunca podrían tener descendencia. Para mantener la memoria de la damnificada, pintaron una estrella amarilla e hicieron una gruta en el sitio. Esta tiene un monolito cubierto de azulejos y coronado por una casita de cristal con flores y muñecas.