Jorge García Cuerva: «Cromañón es una herida abierta que sigue sangrando»

1°/1/2024
por Lucio Casarini
El arzobispo de Buenos Aires se solidarizó con los afectados durante una misa celebrada en la catedral metropolitana con motivo del 19 aniversario de la tragedia del boliche del barrio porteño de Once. Con al menos 194 muertos y miles de heridos, el incendio ocurrido el 30 de diciembre de 2004 es la mayor hecatombe de la historia del rock en todo el mundo. Las organizaciones de víctimas reclaman que se concrete la expropiación del predio del desastre establecida en 2022 por el Congreso de la República. Un paso fundamental suplementario es crear un fondo de reparación. Estos peldaños coronarían la batalla judicial e institucional apoteósica de los damnificados.
«En el evangelio de hoy, Simeón, un anciano que estaba en el templo, le dice a la madre de Jesús que una espada le atravesará el corazón», comenzó su homilía Jorge García Cuerva en la catedral de Buenos Aires; «aquí nos volvemos a encontrar con una espada que atraviesa nuestros corazones desde hace 19 años; una espada que sigue provocando tan profundo dolor; un dolor que no queremos anestesiar con otras noticias o distraer con algún escándalo mediático farandulero; es una espada afilada por la injusticia, es una espada punzante de tristeza, es una espada cortante de bronca e impotencia».
«Pero, al mismo tiempo, tanto dolor queremos que sea fecundo, que tenga sentido», siguió el arzobispo porteño; «madres, padres, hermanos, amigos y víctimas de aquella tragedia, me permito decir que todos ustedes son testigos incómodos para una sociedad que a veces quiere olvidar o esconder esa herida que es un crimen social, una herida abierta en la ciudad que sigue sangrando en sus calles y en la vida de tantos; el testimonio de ustedes clama por una sociedad que sea madre solidaria, como quienes entraron y salieron varias veces del boliche para rescatar a quienes estaban adentro y morían asfixiados».

«Sin embargo, parece que no aprendemos más; hoy siguen muriendo en la ciudad adolescentes y jóvenes asfixiados por la exclusión y la violencia, por el consumo de drogas, por el hambre y la trata de personas; los mercaderes de la muerte se reinventan, se cambian la careta, pero siguen matando y haciendo negocios con la vida de muchos; por lo tanto, la memoria colectiva de Cromañón es un clamor colectivo que exige más justicia, más compromiso, más fraternidad, más empatía; en definitiva, exige más amor; por eso hoy les pedimos todos juntos a Simeón y Ana que nos contagien su esperanza».
Con al menos 194 muertos y miles de heridos, el incendio ocurrido el 30 de diciembre de 2004 es la mayor hecatombe de la historia del rock en todo el mundo. Las organizaciones de víctimas reclaman que se concrete la expropiación establecida en 2022 por el Congreso de la República. Un paso fundamental suplementario es crear un fondo de reparación. Estos peldaños coronarían la batalla judicial e institucional apoteósica de los afligidos.
«El texto del evangelio que leímos describe a Simeón y Ana como dos ancianos, pero al mismo tiempo como dos personas con esperanza, que no bajan los brazos, que no se dejan vencer, que siguen apostando por la vida. Nosotros también, con todo el dolor a cuestas, con los años que se suman a nuestras vidas, con el cansancio en las espaldas, volvemos a gritar que tenemos esperanza. No es un optimismo berreta, sino una esperanza delante de la cruz, porque la esperanza cristiana es activa y exige paciencia y fortaleza. Pasarán los años, pero seguiremos haciendo memoria, cuestionando un sistema de exclusión y corrupción que sigue provocando muerte. Porque nunca daremos lugar entre nosotros a la conciencia de una derrota fatalista «.
«Simeón dice que sus ojos han visto la salvación que es luz para iluminar a las naciones. Como esas velas que con mano firme ustedes encendieron a lo largo de estos años para iluminar el camino hacia le verdad y la justicia. Sigan siendo luz, no permitan que las tinieblas del error apaguen sus vidas. Como ciudad de Buenos Aires, como argentinos, los necesitamos mucho. Sus vidas y las de los 194 hermanos víctima de la tragedia son un clamor al cielo contra la impunidad y la exclusión. Estamos acá porque tenemos fe como Abraham en la primera y la segunda lectura».

Como principales culpables materiales fueron sentenciados Omar Chabán, gerente del predio (muerto en 2014); Rafael Levy, propietario; Diego Argañaraz, mánager de Callejeros; y Carlos Díaz, subcomisario. El máximo responsable político es Aníbal Ibarra, jefe de Gobierno de la Ciudad, que fue destituido.
Otros convictos son los músicos: Patricio Fontanet, cantante, Maximiliano Djerfy, Elio Delgado, Cristian Torrejón, Juan Carbone y Eduardo Vázquez, baterista. Este sumó la cadena perpetua por el crimen de su esposa, Wanda Taddei, perpetrado en 2010; la roció con alcohol y prendió fuego durante una discusión. Más castigados por el desastre del boliche: Fabiana Fiszbin, Ana María Fernández, Gustavo Torres y Roberto Calderini, funcionarios porteños; Rubén Fuerte y Luis Perucca, empresarios; Alberto Corvellini, Marcelo Nodar y Marcelo Esnok, integrantes de Bomberos de la Policía Federal.
«Tenemos fe y creemos que Jesús venció la muerte para siempre con su resurrección. Creemos que la muerte no tiene la última palabra. Por eso podemos recordar a nuestros seres queridos y pensar que hace 19 años que la muerte no los arrebató. Como también podemos renovarnos en la esperanza del reencuentro y decir juntos: estamos 19 años más cerca de volver a abrazarlos. Para terminar, si me permiten, les comparto una poesía [No te rindas, de José María Olaizola, el conocido escritor y jesuita español] que en momentos difíciles y duros me ha sostenido y ha sostenido a muchos».
«No te rindas, / aunque a veces duela la vida. / Aunque pesen los muros / y el tiempo parezca tu enemigo. / No te rindas, / aunque las lágrimas / surquen tu rostro y tu entraña / demasiado a menudo. / Aunque la distancia / con los tuyos / parezca insalvable. / Aunque el amor sea, hoy, un anhelo difícil, / y a menudo te muerdan / el miedo, el dolor, la soledad, / la tristeza y la memoria. / No te rindas. / Porque sigues siendo capaz / de luchar, de reír, de esperar, / de levantarte las veces que haga falta. / Tus brazos aún han de dar / muchos abrazos, y tus ojos verán paisajes increíbles. / Acaso, cuando te miras al espejo, / no reconoces lo hermoso, / pero Dios sí. Dios te conoce, / y porque te conoce / sigue confiando en ti, / sigue creyendo en ti, / sabe que, como el ave herida, / sanarán tus alas y levantarás el vuelo, / aunque ahora parezca imposible. / No te rindas. / Que hay quien te ama / sin condiciones, / y te llama / a creerlo.»
«19 años más cerca del abrazo, los animo a que no se rindan».