Gabriel Bermejo: «Siempre busqué un estilo propio en el boxeo y en la magia»

14/12/2023
por Lucio Casarini
«De repente apareció esta exhibición, de manera misteriosa, no sé cómo se lo habré pedido al universo; un amigo de un gimnasio me invitó, me dijo que trajera los guantes; la verdad es que vine sin saber con quién me iba a encontrar; se subieron dos pibes, hice dos rounds con cada uno; estoy súper contento; me sentí dueño y amo del ring, dominé la situación; fui, vine, bloqueé, esquivé; pegaba cuando quería; entraba y salía, siempre tratando de pegar despacio; sentía que podía noquear a mis rivales, había una clara diferencia de fuerza; cuando pasa eso hay que mermar un poquito, tener el dominio, la mente clara; el público se reenganchó, la pasé realmente muy bien».
Ricardo Gabriel Bermejo nació en Pergamino, en el corazón de la pampa húmeda, el 28 de marzo de 1972. Es el mayor de los tres hijos que tuvieron Ricardo Manuel Bermejo y Rosa del Carmen Giustozzi. Lo siguen sus hermanos Hernán y Martín. El primero perdió la vida en 1998 en manos de un asesino que, tras ser derrotado en una pelea a puño limpio, disparó reiteradamente a su contendiente con un revólver y lo remató con un disco de acero. El energúmeno, Roberto Daniel Crocioni, fue condenado y estuvo preso por este y otros desmanes. El recuerdo del drama aún conmociona la ciudad.
A pesar del horror y la pérdida, el dueño de este testimonio se declara sin rodeos un decidido defensor de la paz, la amistad, la familia, el sacrificio, los sueños y el amor. Como boxeador profesional, disputó el campeonato argentino de los supermedianos a fines de 2005 contra Martín Bruer, que hizo de local en la ciudad de Trenque Lauquen. El jurado dio ganador al anfitrión en un veredicto escandaloso. Bermejo, que se sintió traicionado y nuevamente abatido por la iniquidad, abandonó el deporte. Desde entonces se zambulló con igual energía en una nueva pasión, que lo convirtió en Gabriel el Mago.
Después de 17 años, una eternidad, al fin pudo romper el gualicho y volvió a bailar en el cuadrilátero. Con la audacia, magnanimidad, alegría y desparpajo de siempre. Fue el 9 de diciembre en el clima relajado, amistoso de una exhibición organizada una tarde de sol por Invictos Boxing Club, ateneo de un barrio obrero de Glew, partido bonaerense de Almirante Brown. El marco fue conmovedor, idílico. El escenario está en un galpón de chapa armado en un edificio medio en ruinas. El centenar de personas que se acercó a curiosear se acomodó en largos bancos hechos con madera de la construcción.