Elvira Torres: «Hay que ser positivos, que la esperanza esté siempre presente»
3/1/2024
por Lucio Casarini
La mamá de Cristian Gómez sigue de pie en el 22 aniversario de la masacre del barrio porteño de Floresta. Aquel 29 de diciembre de 2001, el policía Juan de Dios Velaztiqui fusiló a su hijo y dos amigos, Maximiliano Tasca y Adrián Matassa. También habló Silvia Irigaray, progenitora de Maxi. Además, fue proyectado un documental urdido por estudiantes de la Universidad de La Matanza. Elvira y Silvia son fundadoras de la Asociación Civil Madres del Dolor. Otros integrantes presentes fueron Isabel Yaconis, la presidenta, y el matrimonio de Nora y Eduardo Iglesias.
«Sigo agradeciendo este acompañamiento», tomó el micrófono Elvira Torres, emocionada, ante la concurrencia; «necesitamos trabajar por la memoria; nuestros hijos están siempre presentes, ahora y siempre; son mimos al corazón para nosotras las madres, porque obviamente los llevamos todos los días; me movilizó el trabajo de los chicos [de la Universidad de La Matanza], yo soy la madre llorona y la verdad es que se me piantó un lagrimón al verlo y recordar todo eso; cada tanto suelo repetir el documental [Fusilados en Floresta, de Diego Ceballos, 2006], pero hace muchísimo que no lo miro».
Al cumplirse el 22 aniversario del triple crimen del barrio porteño de Floresta, la mamá de Cristian Alfredo Gómez participó de un homenaje efectuado en el Corralón, espacio cultural emblemático de la zona. Pronunció unas palabras acompañada por Silvia Irigaray, progenitora de Maximiliano Tasca, otra de las víctimas. Ambas son fundadoras de la Asociación Civil Madres del Dolor. Entre numerosos allegados, estuvieron además Isabel Yaconis, presidenta de la entidad y mamá de Lucila, y los esposos Nora y Eduardo Iglesias, ascendentes de Marcela y de igual forma miembros de la peña de familiares.
La tragedia sucedió el 29 de diciembre de 2001. El policía Juan de Dios Velaztiqui, de 62 años, fusiló a los nombrados, ambos de 25, y un tercer amigo, Adrián Matassa, de 23. Los hechos fueron cristalizados mediante un documental cinematográfico urdido por estudiantes de la Universidad Nacional de La Matanza. El video fue proyectado al aire libre. A continuación, fueron compartidos dos cuentos, uno leído por María Claudia Martínez, autora de la escultura Los chicos de Floresta, emplazada en el acceso del predio. Antes hubo una misa celebrada por el padre Julio Mendiguren en la Parroquia de la Candelaria.
«Observar este me conmovió, muy talentosos los chicos, hermosa la narración que han hecho de todo lo ocurrido», continuó Elvira; «también los cuentos; la verdad es que es un momento difícil el que estamos viviendo, ojalá no llegue a pasar lo de 2001, tantas muertes», suspiró. «Ay, qué estás diciendo», la interrumpió de pronto Silvia Irigaray con picardía. «Y claro, mi amor, uno ve que la gente se moviliza y empiezan las represiones; esto me asusta; me atemoriza muchísimo porque ya lo vivimos; nada, eso; hay que ser positivos, ir para adelante y bueno, pensar que esto no va a ocurrir y como dijo el cuento que escuchamos, que la esperanza verde esté siempre presente», concluyó. «Eso, eso», agregó la mamá de Maxi.
«Me levanto y me acuesto con Cristian»
«Como charlamos hace un rato con alguien que está presente, yo me levanto y me acuesto con Cristian», comentó Elvira más temprano, durante la misa realizada en la Parroquia de la Candelaria por el padre Julio Mendiguren; «paso mi día con el, pero no lo puedo abrazar», se estremeció; «además, seguiré repitiendo: Floresta y All Boys, un sentimiento; porque están presentes en todo; cumplimos 22 años de emociones; obviamente, no podía ser de otra manera, Cristian era hincha de All Boys; muy, muy fana».
«Todo este acompañamiento es importante para nosotros como familiares, como mamás», agregó la ascendente del Gallego, apodo de Cristian, en el micrófono del ambón, junto a Silvia Irigaray; el padre Julio las observaba sentado frente a ellas en un banco probablemente dispuesto para los animadores parroquiales; una foto de las tres víctimas lucía en los escalones que suben hacia el altar, adornada con flores rosadas; «con las chicas de la Asociación somos hermanas, tenemos los mismos criterios; no digo que opinemos igual en todo, hay cortocircuitos (risas), pero con respeto seguimos adelante».