Claudia y Miguel, papás de Nadia Leone: «Un vehículo es un arma con ruedas»

6/4/2023

«Cuando comenzamos, después del dolor, queríamos llegar a muchas personas; no solamente a los padres, sino a los chicos; me acuerdo que Silvia nos preguntó si nos animábamos a dar charlas en los colegios primarios y secundarios; nosotros queríamos llegar a esos chicos; entonces con mis hijas, las hermanas de Nadia, hicimos un video con fotos de ella para que los chicos vieran y les quedara; elegimos el tema Adiós mamá, que es de una chica que sale a un boliche pero no vuelve, ella no pudo despedirse de su madre; con ese tema hicimos el video de Nadia, donde pasamos fotos de ella, fotos del auto, cómo quedó, y muchas cosas; para que esos chicos entendieran lo que es el dolor de los padres».

Ocurrió hace una década en Santa Rosa, provincia de La Pampa. Alrededor de las 5.30 del 6 de abril de 2013, un automóvil Chevrolet Corsa excedido de velocidad y fuera de control embistió una columna de alumbrado público en el predio de la laguna Don Tomás. Nadia Leone, de 19 años, que iba en el sitio del acompañante, perdió la vida por el impacto. Antonella Jorgelina Olivero, de igual edad, ubicada en el asiento trasero, sufrió heridas terribles en una pierna.

Joaquín Daniel Márquez, el conductor, asimismo de 19 años, iba alcoholizado y drogado con marihuana y cocaína. Había recorrido la ciudad en contramano, pasando semáforos en rojo y con la música a todo volumen mientras las dos chicas le pedían de forma insistente, con desesperación, que se detuviera. Aproximadamente una hora antes, ellas habían sido invitadas por el muchacho a dar un paseo en coche. Ignoraban el peligro al que quedarían expuestas al aceptar el convite.

La Justicia castigó al muchacho con tres años de prisión efectiva y diez de inhabilitación para conducir como responsable de homicidio culposo y lesiones graves culposas: «actuó con una total ausencia de internalización de las normas de tránsito y una absoluta despreocupación por lo que pueda sucederle a otros». Claudia y Miguel, los papás de Nadia, relatan en el testimonio de esta nota su padecimiento infinito y agradecen la ayuda de Silvia González y la Fundación Estrellas Amarillas.