Carmen, cuñada de Aníbal Miraglia: «Ahora esperamos que caiga el entregador»
24/11/2023
por Lucio Casarini
Carmen Terrazino es esposa de Domingo Miraglia, el único sobreviviente de los tres hermanos fundadores de Todo Esponja SRL y la marca Romyl. La familia lleva décadas fabricando productos de limpieza en el sur del Gran Buenos Aires. En 2018 se fue Claudio, el menor, que murió de cáncer con 53 años. Lo peor estaba por llegar. En 2019 sobrevino el drama de Aníbal, de 56, fusilado por asaltantes cuando salía de su casa en Ezpeleta, partido bonaerense de Quilmes. Christian Khalil Rossini, único condenado, está preso por el homicidio. Enrique Suárez, que habría actuado como cómplice, permanece prófugo. Los participantes serían en total cinco. Además, los investigadores creen que un conocido de la víctima habría facilitado información a los bandoleros.
«Mi nombre es Carmen, soy la cuñada de Aníbal Miraglia; fue asesinado hace cuatro años, el 14 de noviembre de 2019 a las cinco de la mañana; el iba a trabajar como todos los días; lo interceptaron dos vehículos; se resistió; se asustó, pobre, salió corriendo; uno lo persiguió, forcejearon; el lo que quería era escaparse; le disparó en la cabeza, provocándole la muerte cerebral; falleció en el acto prácticamente; cuando llegó al hospital ya estaba casi exánime; empezó toda nuestra pesadilla; porque nos arruinaron, la verdad; destruyen familias estas porquerías, estas lacras; otra cosa no se les puede decir».
«Eran cinco en la banda; gracias a un video [los detectives] pudieron ver cómo fue la refriega; hay más testimonios y pruebas que involucran al que le disparó; se merecía perpetua, pero se llevó un juicio abreviado, que parece que es a favor del reo; no entiendo de abogacía, pero estuve averiguando; no nos quedó otra que aceptar la condena de 13 años y cuatro meses; nada; porque este tipo a los 12 años va a estar libre; ya pasaron casi dos temporadas del proceso; hay un prófugo; en la fiscalía me dijeron que lo tenían identificado, bla bla bla; fui a los meses y resulta que del fugitivo no se sabe nada».
«Se escapó; se escapó como quien…; me dijeron así; desde entonces nosotros no hicimos más nada; se cerró el expediente del que asesinó a Aníbal; ahora hay una causa abierta por el prófugo; a mi cuñado lo han vendido, porque esta horda no actúa así de buenas…; robar dos vehículos, seguirlo; andaban desde las cuatro de la mañana rondando por la zona; sabían que el salía a las cinco; conocían absolutamente todo, o sea que hay un traidor; pero el único que está preso no quiere hablar; esperemos que haya justicia; que caiga más que nada el entregador, ahí yo creo que vamos a tener paz; puede ser un conocido».
«No lo hicieron al voleo; estuvo preparado, premeditado; el prófugo no sabemos si se fue del país, lo mataron, nada; no sabemos nada; ahora bajamos los brazos, tiramos la toalla; pero creo en la justicia divina y que todos estos que nos hicieron tanto mal, a mi familia, a mi marido, a los deudos de mi cuñado, la van a pagar; Dios va a hacer justicia; la Justicia argentina está muy colapsada; hay cada vez más asesinatos; creo que se tiene que hacer justicia, es lo mínimo que pedimos; el que mató a mi cuñado había estado preso y salió directamente a matar; el hecho ocurrió en Ezpeleta, partido de Quilmes».
Aníbal Miraglia, además de industrial, era esposo, padre de dos hijos, hincha de River y veterano de la guerra de Malvinas. Participó del conflicto en las islas como soldado de la Agrupación de Comunicaciones de Operaciones Electrónicas 601. El veredicto contra Rossini asigna al truhán «homicidio en ocasión de robo agravado por el uso de arma de fuego, portación ilegal de armas de guerra y privación ilegal de la libertad calificada por violencia». El testimonio de esta nota fue recogido durante una marcha de damnificados de distintas tragedias desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo. La voz del relato se apoya en la Comisión de Acompañamiento de Familiares de Víctimas (Cafavi), organización civil fundada por Rubén Carballo.